-¿Qué es para ti Sintrainagro?
-Es el desarrollo de toda mi vida, si hubiera sido solo bananero y no haber podido ser elegido como líder de las fincas no sé qué hubiera pasado conmigo. Hemos construido no solo derechos para los trabajadores y las comunidades sino una vida.
-Tengo la impresión de que no todos los trabajadores y trabajadoras conocen la rica historia del sindicato, los años de violencia por ejemplo.
-La mitad de los bananeros son relativamente jóvenes, no superan los 40 años, y nuevos. No vivieron el período 1988-1995 de los enfrentamientos por el control armado de la región de Urabá.
A mi padre lo quiso matar la guerrilla cuando entró a la zona. Después llegaron las Autodefensas. Aun en medio de esos procesos Sintrainagro seguía luchando. Hubo gente que no quiso asumir la dirección del sindicato por el miedo. Yo era muy joven y fue por eso que asumí. Esa historia los bananeros de hoy la ignoran.
-Es necesario entonces recuperar la memoria del sindicato…
-Sí, no sólo porque la mitad de los trabajadores no saben qué pasó aquellos años sino porque tampoco saben cómo es que tienen lo que tienen.
Ellos llegan a una finca y se encuentran con determinadas cosas, como contratos de trabajo indefinidos, dos extralegales (remuneraciones) adicionales, un fondo de vivienda, otro de educación. Y sin embargo muchas veces se critica la actividad sindical.
En Colombia, 16,5 millones de trabajadores están en la informalidad. Hay solo 8,3 millones con un trabajo formal, con garantías, que cotizan a la pensión. El caso de Sintrainagro en Urabá es una isla: 22.000 trabajadores sindicalizados y cubiertos por una convención.
Somos un animal raro dentro de la selva que es el mundo laboral en Colombia. Y es así. Nadie tiene en este país las garantías y el nivel salarial que hay entre los afiliados a Sintrainagro.
Los bananeros ganan en promedio unos1.500.000 pesos (unos 450 dólares) mensuales. En algunas fincas se ha llegado a 100.000 pesos (30 dólares) diarios, cuando el mínimo está en 27.600 (8,2 dólares).
Los maestros no llegan a 1.200.000. Tampoco algunos profesionales, y tampoco los trabajadores de la piña, de la palma, del cacao, de la ganadería de esta misma región.
Tenemos que hacer un relanzamiento, algo para que el trabajador valore el contrato laboral que tiene. Que un trabajador o trabajadora no lo reconozca es problemático.
Con esta negociación de la convención tan larga y tan dura, en la que estuvimos a punto de ir a la huelga, pudimos interiorizar a muchos de la historia del sindicato, pero falta mucho aún.
En Apartadó, Gerardo Iglesias