-Fuiste testigo de la época de violencia extrema que vivió Urabá…
-Sí. Estoy aquí desde 1979 y tengo memoria de las grandes masacres que hubo en las bananeras.
-Los muertos fueron todos trabajadores bananeros.
-Sí, en su mayoría trabajadores y afiliados al sindicato que en aquellos años exigían mejores condiciones de vida.
En esa época laborábamos hasta 14 horas diarias y no teníamos ningún tipo de reajuste. Los empresarios pagaban lo que se les daba la gana y, si reclamabas, te echaban o podías correr un destino peor.
-¿Cuándo ingresaste al Ejército Popular de Liberación (EPL) y qué te motivó a hacerlo?
-Me integré en 1982 y me desmovilicé el 1° de marzo de 1991. En cuanto a la motivación diría que tal vez por ignorancia y porque era joven y me llenaron la cabeza con que siendo del EPL tendría ciertas garantías y ciertos beneficios si era además afiliado a Sintagro.
No lo pensé mucho.
-En 1992 el EPL se transforma en Esperanza, Paz y Libertad. ¿Cómo fue esa transición?
-La comenzamos en 1989. Entregamos los fusiles con el objetivo de reinsertarnos en la vida civil. Lamentablemente fuimos tildados de traidores.
Las FARC mataron a muchos compañeros porque entregamos las armas.
Muchos años más tarde todos los grupos guerrilleros entregaron las armas, incluidas las FARC.
-¿Cómo ves hoy al sindicato?
-Luego de muchos años de lucha, sacrificio y 1.200 muertos, Sintrainagro sobrevivió, entre otras cosas a la ignorancia y la falta de comprensión de la gente sobre la importancia de la organización de los trabajadores y trabajadoras y la lucha por sus derechos.
Hoy en día el sindicato tiene su lugar en la comunidad, es fuerte y tiene proyección internacional.