-¿Qué puedes decirme de lo que se está viviendo actualmente en Ecuador?
-La situación es muy grave y muy complicada, y es evidente para la población que las medidas económicas ̶ no solo las anunciadas este 2 de octubre sino las anteriores de este gobierno ̶ han sido creadas para favorecer a los más ricos y estos a su vez apoyan estas medidas.
Se da una suerte de retroalimentación y una rigidez absoluta entre la coalición formada por Jaime Nebot, Guillermo Lasso y la presidencia de Lenín Moreno en torno a un paquete que representa una ofensiva estratégica para favorecer a las grandes corporaciones nacionales y transnacionales conjuntamente con los medios masivos de comunicación.
Inclusive si el gobierno se saliera de esta, en términos de gobernanza y legitimación no podrá hacer mucho sino sobre la base de un escalamiento de la represión y de la pérdida o el deterioro de los espacios democráticos y eso es lo más grave y peligroso.
-¿Puedes confirmar si hubo muertos en las últimas manifestaciones?
-Lastimosamente el cerco mediático es poderoso y eficaz. Estos datos los tenemos porque nos lo acercan las organizaciones sociales. Hasta ahora lo que sabemos es que hay al menos 8 muertos, entre ellos un bebé y dos dirigentes indígenas provinciales.
Los medios de comunicación nada dicen de esto, el presidente nada dice tampoco, a pesar de las fotografías y filmaciones de los manifestantes que confirman esta violencia.
Por otra parte, hay informes de los departamentos médicos de la Universidad Central que reportan la atención de centenares de heridos que han pasado por cirugía.
Hay confirmación de que el campus de la Universidad Católica fue atacado con bombas y hay decenas de desaparecidos, entre ellos muchos niños porque los indígenas vienen con sus familias, sus hijos.
Contra toda regla humanitaria, este gobierno está atacando los denominados campos de paz, que son los campamentos de la Casa de la Cultura, el de la Universidad Católica y el de la Universidad Politécnica Salesiana a los que lanzaron bombas por la noche a sabiendas de que ahí estaban mujeres y niños.
-Desde el ámbito político, ¿hay una oposición que esté contra estas medidas y contra el ataque violento hacia un pueblo que las resiste?
-Esa es la gran tragedia. No la hay.
La explosión insurreccional se da por la presión de las bases, mayoritariamente conformadas por los pueblos indígenas que hacen sus protestas caminando, bajando de los cerros a las ciudades pacíficamente.
Pero a nivel de las dirigencias políticas, hay una gran mayoría que forma parte de la alianza estratégica con esta tríada Moreno, Nebot y Lasso que no se rompe.
La consigna de una parte de la oposición es privilegiar la bronca contra el expresidente Rafael Correa antes que contra el neoliberalismo.
En estas condiciones estamos. Creo que con los muertos y la represión y los niveles de arrogancia e insensibilidad con que se han manejado el gobierno y sus aliados les va a resultar muy difícil plantear a la gente cualquier tipo de negociación.
De hecho, desde la embajada de Estados Unidos, más precisamente desde la CIA se habla de la posibilidad de constituir un Plan Marshal para los indígenas, que más bien sería un plan migajas.
-¿Qué perspectivas tienes sobre estas manifestaciones y el accionar del gobierno? ¿Crees que hay salida en el corto plazo?
-Pues la verdad no lo sé, porque el verdadero impacto de las medidas económicas y fiscales todavía no se ha comenzado a sentir fuerte, sacando la suba del transporte.
Se olvida ̶ y hasta creo que con intención ̶ que en el acuerdo con el FMI se dispone que las refinerías y todo lo relativo a la matriz energética será privatizado.
Antes mismo de abrir concurso ya hay nombres de empresas preasignadas para hacerse de las refinerías nacionales, y la próxima semana ya empieza la licitación para adquirir la concesión de las mismas.
Todavía falta mucho por verse porque por ahora han subido los pasajes de los transportes urbanos pero es muy pronto para saber cuál será el impacto real en el resto de los rubros.
Lo que parece claro es que el pueblo no está dispuesto a aceptarlo.