-Hace un par de años, aquí mismo en Florianópolis hablábamos sobre los impactos de la reforma laboral. Pasó Michel Temer, llegó Jair Bolsonaro y se profundizaron los efectos nocivos de esta medida. ¿Cómo evalúas la situación actual?
-En aquel momento recién se había aprobado la reforma. En el ámbito de los sindicatos se presumía un fuerte impacto porque se eliminaba la obligatoriedad del impuesto sindical. Esto se confirmó al año siguiente.
Entonces yo realicé severas críticas a la postura histórica del movimiento sindical brasileño, que se acomodó ante la certeza de un financiamiento garantizado en ese impuesto y dejó de preocuparse por la efectiva representatividad de trabajadores y trabajadoras.
Con el gobierno de Bolsonaro esta situación de precariedad se agudizó notablemente y la gran mayoría de los sindicatos están quebrados, lo que hace que forzosamente deban buscar alternativas para sobrevivir.
Tendrán que reinventarse.
-Este gobierno no busca sólo atacar la economía de los sindicatos, sino su total aniquilación.
-Exactamente, y ahí entramos en otro tema, que es la pretendida reforma sindical de Bolsonaro. Todavía no sabemos a ciencia cierta de qué se trata, pero como adelanto se creó un grupo de estudios para implementar la denominada pluralidad sindical.
Por el perfil de ese grupo y por las ideas que se han ventilado procurará formar sindicatos afines a las empresas.
Esto es altamente preocupante. Ya estaba el precedente de los Comités de Empresa, creados para servir a los intereses de los patrones. Esta reforma va en esa línea.
A pesar de las estructuras arcaicas del movimiento sindical brasileño, debemos reconocer que hay gremios que luchan por defender los derechos obreros y por mejorar las condiciones de sus afiliados y afiliadas.
Habrá entonces una competencia entre los sindicatos legítimos y los amarillos y este proceso no se dará de forma tranquila, al menos no en una primera instancia, porque los sindicatos están bastante debilitados.
de precarización
-Los defensores de esta reforma laboral aseguran que era necesaria para generar empleo y más oportunidades, pero los resultados andan a contramano de esos presagios…
-Sin dudas. Precarizó al máximo las condiciones laborales, algo que ya preveíamos a fines de 2017.
En ningún país del mundo una reforma laboral con las características de la que se implementó acá logró por sí sola generar la recuperación de la economía.
En Italia, Portugal, España, reformas similares a esta trajeron más precariedad, más desempleo y los puestos de trabajo creados fueron sumamente inestables, con contratos intermitentes y malas condiciones laborales y salariales.
Hoy confirmamos el pronóstico que dimos en 2017.
-¿Alguna vez pensaste que Brasil llegaría al punto en que hoy está?
-Este país tiene una tradición autoritaria debido a una herencia colonial que se ve reflejada en la elite, pero el grado de falta de respeto hacia los derechos humanos que vemos a diario es superlativo.
A Bolsonaro le conocíamos este perfil porque ya lo mostraba siendo legislador, pero ahora, como presidente, está comprometiendo el Estado de Derecho y la propia democracia.
Cuando el presidente defiende la tortura públicamente cala hondo en la sociedad, y es terrible.
Personalmente soy optimista porque creo en las instituciones democráticas y porque reafirmo mi fe en el pueblo brasileño y quiero creer que este gobierno será apenas una página triste de nuestra historia.
En cuanto al escenario sindical también tengo una visión optimista. Pienso que los sindicatos van a superar esta fase y volver a ser representativos de trabajadores y trabajadoras.
En Florianópolis, Gerardo Iglesias