El pasado 22 de mayo, el SATIF conmemoró un nuevo aniversario
Con Enrique Terny
66 años de organización y lucha
El pasado 22 de mayo, el SATIF conmemoró un nuevo aniversario
El Sindicato Argentino de Trabajadores de la Industria Fideera (SATIF) recoge más de seis décadas de tradición y lucha obreras. En diálogo con la Rel, su secretario general, Enrique Terny, evocó los tiempos fundacionales y analizó la actualidad del sector en el contexto nacional y global.
-¿Cómo se instaura el día del trabajador fideero?
-El pasado 22 de mayo se cumplieron 66 años de que 34 sindicatos y una cantidad mayor de delegaciones se reunieron para fundar la Federación Argentina de Trabajadores de la Industria Fideera, y se aprovechó esa fecha para establecer el Día del Trabajador Fideero.
Eran otros tiempos, la actividad contaba con mucho trabajo manual porque no había tanta tecnología. Luego las cosas cambiaron y se cerraron muchos establecimientos. Esa nueva situación nos llevó a trabajar en la reestructura de la organización y a conformar el Sindicato Argentino de Trabajadores de la Industria Fideera (SATIF). Así que desde 1981 estamos funcionando como Sindicato. Ya llevamos 32 años trabajando por mejorar la calidad de vida de nuestros afiliados.
-¿Cómo se encuentra el SATIF hoy?
-Tenemos el inconveniente generalizado de la presencia creciente de nuevas tecnologías. Cuando en alguna empresa se incorporan máquinas que pueden producir 2 mil o 3 mil kilos hora, esto no son buenas noticias para el Sindicato y para los trabajadores.
Nuestro anhelo sería tener una mayor cantidad de trabajadores afiliados, pero bueno, tampoco la actividad da posibilidades de expandirse. A título de ejemplo, cuando entré en la industria, el 4 de setiembre de 1958, en el establecimiento se producían 108 variedades; en la actualidad no sé si llegamos a diez o 15 productos.
-¿Cómo se puede cambiar esta situación?
-Con políticas de Estado. Tenemos muchas ventajas comparativas en relación con otros países. Tal vez nos digan que estamos en “la cola del mundo”, muy lejos de los grandes centros de consumo, pero aquí todavía hay muchos recursos. Si hubiese políticas públicas para fortalecer la industria de la alimentación, en vez de exportar trigo o harinas exportaríamos galletitas, fideos, productos con valor agregado. Esto nos preocupa.
Tenemos un país envidiable para muchos, pero pareciera que no lo sabemos conducir.
-No lo sabemos aprovechar…
-En la UITA, con la Secretaría Regional y todos los gremios que estamos afiliados en la Argentina, hemos venido desarrollando una fuerte campaña sobre los transgénicos, pero hoy tenemos más de 22 millones de hectáreas plantadas con soja modificada genéticamente, y cada año crece y crece la utilización de agrotóxicos.
El gobierno sostiene que se controla al capital, pero lo que observamos es que parecería que nada importa, que se envenene el agua, que se fumigue a la gente, que en cada cosecha estemos perdiendo la calidad de nuestros suelos.
La ambición de algunos por ganar a cualquier precio nos está llevando a una situación límite, porque en algún momento empezaremos a tener problemas con la producción: por más cantidad de agrotóxicos, de fertilizantes y todo lo que quieran poner nada será suficiente porque la tierra se está agotando.
Por eso alguien decía que cuando se seque el último río, se mate el último pez y se tale el último árbol, el hombre se dará cuenta de que el dinero no se come, y creo que esta es la realidad: la humanidad está en peligro.
Foto: Nelson Godoy