Luchó hasta el final contra una enfermedad despiadada que nunca lo puso de rodillas ni quitó de su rostro esa sonrisa de niño travieso.
En la construcción de FATAGA y su nueva conducción, él fue arquitecto, albañil, quien acarreó piedras y las supo aventar decidido en defensa de la obra.
A su familia, a la dirección de FATAGA, a su querida compañera Gabriela Fabiana Visca y a Raúl Álvarez, amigo y compañero de todas las horas, vaya nuestro sincero y sentido pésame.
Seguro, querido “Rulo”, burlándose de la muerte estarán por siempre tu sonrisa y esa mirada única, tierna y desafiante.