El pasado 9 de enero un repartidor de Telepizza de 25 años falleció en la localidad de Arcos de la Frontera (Cádiz) cuando perdió el control de la scooter que conducía.
Diez días más tarde, a las 23 horas, una joven de 20 años repetía el patrón del accidente: sin colisionar con ningún vehículo, se caía en una conocida avenida de Logroño. Sufrió heridas de gravedad pero salvó la vida.
Unos meses antes, un joven de 25 años, repartidor de Burger King sufría un gravísimo accidente mientras conducía su scooter – también sólo y por la noche- en una rotonda de Colmenar Viejo (Madrid). La caída le produjo una lesión medular que le deja de por vida en una silla de ruedas. Tan sólo llevaba trabajando cinco meses.
Se estima que en España se producen más de seis accidentes diarios de repartidores de comida a domicilio.
Los datos se desprenden de una campaña realizada en 2017 por el Instituto Nacional de Seguridad, y Salud en el Trabajo (INSST).
Según el INSST, en 2016 se produjeron 2.192 accidentes de moto en el sector servicios de comidas y bebidas, de los cuales 99 requirieron la hospitalización del trabajador o trabajadora. El 60 por ciento de los heridos tenía menos de 26 años.
“En el asfalto, no siempre ven tu moto. ¡Hazte visible!” fue el slogan escogido por la institución pública en salud laboral en España.
Sin embargo, los últimos accidentes graves o mortales ocurridos en el sector presentan un patrón recurrente en el que no intervienen otros vehículos: el conductor o conductora accidentada es una persona joven que se cae sola en la calzada al perder el control de su moto con consecuencias de traumatismos muy graves o mortales.
Ángeles Balué, responsable de Salud Laboral de la Federación de Servicios de CCOO tiene un diagnóstico claro.
“Las condiciones de trabajo en el sector de comida rápida son inaceptables para todos los trabajadores y trabajadoras, en todos los puestos, también en sala y en cocina, pero son especialmente peligrosas para quienes asumen el reparto hasta los domicilios. Precariedad y presión es una combinación mortal”.
“En el sector de la restauración moderna una parte importante de las plantillas en el sector de comida rápida son repartidores, pues casi siempre superan en número al personal de cocina o de sala”, explica Alejandro del Val, responsable de salud laboral de la Federación de Servicios de CCOO-Madrid.
Del Val ha montado un grupo de trabajo con delegados y delegadas de CCOO que trabajan como repartidores o en estrecho contacto con ellos para analizar la situación.
“Nos encontramos –dijo- con personas muy jóvenes que en muchos casos se enfrentan a su primer trabajo, que consideran que es una situación pasajera y que no son informados de los riesgos que están corriendo”.
“Son trabajadores que compatibilizan este trabajo con estudios y, en algunos casos, con otro trabajo, sumando las exposiciones a riesgos laborales de las dos ocupaciones y la falta de prevención en las empresas”.
Este grupo de trabajo cuenta con representantes de las principales cadenas de restauración a domicilio.
Los riesgos laborales a los que se enfrentan permiten dibujar una situación muy mejorable en materia de prevención de riesgos y derechos laborales.
El trabajo se concentra en unas pocas horas, sobre todo al mediodía o en la hora de la cena, y la acumulación de encargos les coloca bajo una presión importante: “corres y te caes, sobre todo si la moto es antigua y sin mantenimiento y si tu salario es tan bajo que sólo vale la pena si cobras el variable”.
No existe ninguna regulación sobre el tipo de motocicleta que ha de ser utilizada en el reparto de comida a domicilio.
Tampoco ninguna normativa específica sobre el mantenimiento que han de seguir las empresas con estos vehículos, aunque con la ley de prevención en la mano, el empresario es el responsable.
En algunas empresas las motos se alquilan, en otras son propiedad de la empresa o propiedad de los mismos trabajadores: “si pones tú la moto te pagan a 1 euro la entrega, si la moto la pone la empresa te pagan a 0,40 euros el pedido entregado”.
Cuando las motos las pone la empresa, el problema al que se enfrentan los trabajadores es el mantenimiento de los vehículos.
“Cada día te preguntas qué moto te va tocar. Si estará o no en condiciones” explica un joven de 25 años que trabaja desde hace tres en un Burger King de Madrid.
Como no hay normativa específica que cumplir ni control sobre el mantenimiento del parque móvil, la seguridad está en manos de la buena voluntad de la persona que ocupa la gerencia de la tienda.
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