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Con Alberto, trabajador despedido por Chiquita

“Chiquita ni nos permitió entrar a sacar nuestras pertenencias”

Alberto inició a trabajar en Chiquita en 1997 como oficial de seguridad. Después de cinco años fue trasladado a la Unidad Canina donde permaneció durante otros 7 años. A partir del 2010 se desempeñó como chequeador en el área de despacho.

“Tengo 60 años y le he trabajado casi 23 años a Chiquita. Cuando me despidieron me faltaban menos de dos años para jubilarme.

Hay muchos compañeros que tienen más de 50 años. Estamos todos muy preocupados porque a esta edad es muy difícil encontrar trabajo ¿Qué vamos a hacer si no podemos jubilarnos?”.

Alberto no esperaba este desenlace.

“Terminé mi turno el sábado 2 de marzo. Acatando las orientaciones del sindicato, el lunes fuimos todos al trabajo y encontramos los portones cerrados con candados.

No pudimos entrar ni a sacar las pertenencias que tenemos en los lockers (casilleros). Hasta la fecha no hemos podido recuperar lo que es nuestro.

Psicológicamente fue algo muy fuerte. Mi pensión está en riesgo y no hay día en que no me pregunte qué va a pasar conmigo y con las personas que en este momento dependen de mí”.

Alberto recordó que Chiquita tiene un código de conducta empresarial con una serie de principios que la compañía se compromete a respetar.

“Yo me sentía bien trabajando en Chiquita, pero cuando suceden cosas como esta, uno se da cuenta que todo fue una mentira.

Nos engañó y ahora estamos a la deriva, sin saber qué hacer”.

Para el experto trabajador, las cosas comenzaron a deteriorarse tras la adquisición de Chiquita por parte del grupo empresarial brasileño Cutrale-Safra.

Desde que entraron los brasileños se acabó el trabajo de capacitación y formación del personal. Se dejó de invertir en la profesionalización del personal y nos convertimos en simples piezas de un engranaje.

Chiquita ha violentado nuestros derechos, nos cerró la puerta y nos trató peor que a un animal.

El gobierno tiene que actuar contra una empresa que ha quebrantado leyes y convenios internacionales.

Afortunadamente tenemos al Sintracobal y a la UITA que están con nosotros.

Aquí la lucha continúa y no vamos a desfallecer. Estamos en pie de lucha”.


En Limón, Giorgio Trucchi