El fallo del lunes 13 de un tribunal de California es de un alcance histórico, no sólo por el monto que la compañía hoy parte del grupo alemán Bayer deberá pagar a Alberta y Alva Pilliod, por las consecuencias que les generó la utilización sistemática del Roundup (el herbicida a base de glifosato más popular en el mundo), sino por la posibilidad que tuvieron sus abogados de desplegar su argumentación.
Mil millones de dólares cada uno recibirán los Pilliod, más 55 millones en compensación por pérdidas económicas, daño moral y otros perjuicios.
“El jurado vio por sí mismo los documentos internos de la compañía que demostraban que, desde el primer día, Monsanto nunca tuvo interés en averiguar si el Roundup era seguro», declaró tras el veredicto de un tribunal californiano uno de los abogados de la pareja, Brent Wisner.
Y otro, Michael Miller, lo completó: “A diferencia de los dos primeros juicios a Monsanto, donde los jueces limitaron severamente la cantidad de evidencia de los demandantes, aquí se nos permitió mostrar a un jurado la montaña de evidencia que muestra la manipulación de la ciencia, los medios y las agencias reguladoras de la empresa para mantener su propia agenda”.
“En lugar de invertir en ciencia sólida, invirtieron millones en atacar a la ciencia que amenazaba su agenda comercial”, dijo Wisner.
Fue la tercera condena que la transnacional fundada a comienzos del siglo XX en San Luis, Misuri, recibe en espacio de pocos meses.
El Roundup, un agrotóxico al que Monsanto se empeña en vender como inocuo a pesar de que son cada vez más los estudios científicos independientes que prueban lo contrario, estuvo también en el origen de los fallos anteriores.
Y a la empresa le esperan otros 13.000 juicios similares sólo en Estados Unidos.
Más otros en Europa y ojalá alguna vez en América Latina, donde los agrotóxicos como el Roundup y otros han hecho estragos.
El mismo día del pronunciamiento del jurado californiano, Bayer admitía en Europa que durante años Monsanto había espiado y fichado a personalidades de diversos ámbitos en función de su postura frente al uso de agrotóxicos, los cultivos transgénicos y en general del modelo agrícola defendido por ella y por las otras grandes transnacionales del sector con fines de lobby y de presión.
Debió hacerlo luego de una investigación del diario francés Le Monde dejó al descubierto sobre la existencia de listas secretas en ese sentido. El propio periodista autor de la nota figuraba en esos ficheros clandestinos.
“Lo que hemos visto es completamente inapropiado”, reconoció el lunes el director de Relaciones Públicas de Bayer, Mathias Berninger.
El diario había ya demandado a Monsanto por “recopilación de datos personales por medios fraudulentos, desleales o ilegales”.
La empresa le había encargado la tarea a una agencia de comunicaciones, Fleishman Hillard, que había dividido a sus espiados en cuatro grupos: “aliados”, “aliados potenciales para reclutar», personalidades “para educar” y otras “para observar», según consignó la agencia de prensa francesa AFP.
Bayer acabó de adquirir Monsanto hace casi un año, en junio de 2018, en 63.000 millones de dólares.
Estaba convencida de que ganaba prestigio con la compra, pero de inmediato debió hacer frente a los primeros juicios y a la multiplicación exponencial de denuncias sobre sus prácticas.
“Cerca del 45 por ciento de la capitalización bursátil del gigante químico alemán se ha esfumado” desde entonces, señala AFP.
Este martes 14, un día después de la decisión del tribunal de California, las acciones de Bayer se desplomaron en la bolsa de Fráncfort un 2,55 por ciento.