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Con Fernando, trabajador despedido por Chiquita

“Chiquita ha destruido nuestros sueños”

Fernando tenía casi 14 años de trabajar en Chiquita Brands. Primero se desempeñó como chequeador de tiempo y en inventario, luego pasó a trasiego y por último se quedó en el área de lavado de contenedores.

Los movimientos raros de contenedores durante toda la semana precedente al despido lo alarmaron.

El predio había quedado prácticamente vacío, algo que la empresa trataba de justificar con la inminente adquisición de más de mil nuevos contenedores.

Yo no recibí ningún aviso. Cuando el lunes fui al trabajo encontré los portones cerrados y nuevo personal de seguridad.

Nadie nos daba explicaciones y los guardias sólo nos decían que teníamos prohibida la entrada.

Al constatar que Chiquita nos había engañado sentí mucha tristeza. Todo lo tenía bien planeado. No nos tomó en cuenta, nos tiró a la calle, dejándonos sin esperanza”.

Fernando tiene 68 años y le faltaban 15 meses para jubilarse.

“Me faltaba poco y ahora no voy a poder pensionarme dignamente. Me siento afligido.

Tengo familia e hijos estudiando. No sé qué hacer. Me siento impotente. Sé que no voy a poder cumplir mis con obligaciones.

Después de haber estado cercenándonos derechos paulatinamente, la nueva propiedad de Chiquita ha destruido de un tajo nuestros sueños”.

Fernando está preocupado por su familia.

“Mi esposa quedó inhabilitada para trabajar y mi hija se va a someter a una cirugía. Son gastos que tengo que asumir y yo soy la única fuente de ingreso de la familia.

Nos hemos quedado en la calle, pero la empresa no ha podido diezmarnos. Nos mantenemos unidos alrededor de nuestro sindicato.

A Chiquita no pedimos nada regalado, sino que nos respete y que cumpla con nuestros derechos, plasmados en el convenio colectivo, la legislación laboral y los convenios internacionales”.


En Limón, Giorgio Trucchi-Rel-UITA