Noilyn es contadora. Durante 4 años trabajó como cajera en la asociación que brinda a Chiquita Brands el servicio de transporte y alimentación de los trabajadores y trabajadoras.
Sus instalaciones se encuentran dentro de la terminal de Chiquita en Limón.
El despido unilateral e ilegal de todo el personal y el cierre de la terminal afectaron directamente a Noilyn y a los demás trabajadores de la asociación.
Ella es madre soltera y tiene 4 hijos. Todavía no asimila cómo Chiquita pudo hacer lo que hizo.
“Durante toda la semana se escuchaban rumores de que estaban sacando contenedores de la terminal, de que había poco trabajo, pero no había nada concreto.
El sábado 2 de marzo el ambiente ya estaba más tenso. Terminé de trabajar y me fui a la casa muy preocupada”.
El domingo llegó el comunicado de la empresa y el lunes Noilyn encontró los portones de la empresa cerrados y con candados.
“No sabíamos qué hacer. No podíamos creer que la empresa nos hubiera hecho esto.
Lo primero que pensé fue en mis hijos. Soy madre soltera y dependo económicamente de este trabajo para poder sustentar a mi familia.
Todavía hay mucha incertidumbre y de verdad no sé qué hacer.
El comportamiento de Chiquita no fue ni ético, ni profesional. Despidieron a la gente con un mensajito y un papel pegado en los portones. Fue una barbaridad.
Tengo fe de que, a través del sindicato, se pueda obligar a Chiquita a respetar los derechos que han sido violentado”.
En Limón , Giorgio Trucchi | Rel UITA