Jeison tiene más de 3 años trabajando en el mantenimiento de los contenedores de Chiquita Brands en Limón.
Igual que a sus compañeros, el domingo 3 de marzo la transnacional frutera de capital brasileño le mandó un mensajito por WhatsApp advirtiéndole que estaba despedido.
“El mundo se me vino abajo. Comencé a pensar en mi esposa, en mi hijo. Me preguntaba qué iba a hacer sin trabajo, cómo podía mantener a mi familia, pagar la luz, el agua, el seguro.
El lunes fui temprano al predio y había mucho caos. Nadie sabía qué había pasado y por qué la compañía nos había despedido.
Me deprimí, agaché la cabeza, pensé que soy la única fuente de ingreso en la casa y en lo difícil que es conseguir trabajo en Limón”.
Una de las cosas que Jeison no perdona a Chiquita es el hecho de no haber tenido el valor de poner la cara y de hablar con la verdad.
“Nadie nos dijo nada. Nos avisaron con un mensajito… ¿se imaginan? A estas personas les quiero decir que se pongan la mano en el corazón y que piensen que también ellos tienen familia.
Se llenan la boca de que no somos trabajadores sino colaboradores y hablan de responsabilidad social empresarial, pero la realidad es muy diferente.
El mundo da muchas vueltas. Hoy somos nosotros los que estamos sufriendo injustamente, pero mañana podrían ser ellos afuera de este portón.
Afortunadamente estamos organizados. Si no estuviéramos sindicalizados realmente no estábamos peleando nuestros derechos.
Tenemos un sindicato muy fuerte y la solidaridad de la UITA. Aquí estamos dando la lucha y tengo la esperanza de que vamos a salir victoriosos. Vamos a demostrarle a Chiquita que sí podemos”.
En Limón, Giorgio Trucchi | Rel UITA