La dictadura brasileña duró 21 años y formó parte del Plan Cóndor que unió a los regímenes de facto del Cono Sur y sus aparatos represivos para detener, torturar y desparecer a opositores políticos.
Una determinación de este tipo por parte de Jair Bolsonaro no es de sorprender -se sabe que él carece de vergüenza y que idolatra al torturador Coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra – pero ¿y el pueblo brasileño? ¿Dejará pasar esta bofetada al Estado de Derecho?