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Con Johana Gisela Mejía Guardado

Agroecología y sindicatos

Psicóloga con enfoque comunitario, colaboradora en proyectos de seguridad alimentaria, Johana es la coordinadora técnica de Empleo Digno de la Federación de Sindicatos de Trabajadores de la Industria del Azúcar y sus derivados de El Salvador (FESINTRAINZUCADES), afiliada recientemente a la UITA.

-¿Cuáles son la condiciones de los cañeros y sus familias en El Salvador?
-Lo que los define son las condiciones de vida precarias, de una pobreza extrema.

El proyecto que llevamos adelante, de autosotenibilidad alimentaria, busca favorecer la alimentación y la comercialización de lo que producen estas familias desde un enfoque ecológico.

La idea es que poco a poco migren a cultivos orgánicos, amigables con el medio ambiente, y que generen insumos agroecológicos que puedan consumir y comercializar ya que la realidad laboral de los corteros de caña es que están empleados entre cuatro y seis meses al año.

Fuera de los períodos de zafra se desempeñan en trabajos informales.

-¿Este trabajo lo realizas solo con los corteros varones o también con mujeres?
-En El Salvador todavía encontramos bastantes mujeres que desempeñan esta labor. Si bien hay mayoría de hombres, las mujeres son numerosas.

El proyecto busca integrar al núcleo familiar para que todos vayan aprendiendo las técnicas de cultivo agroecológico y generen ingresos que les permitan vivir dignamente.

La mayoría de estas familias subsisten con un dólar diario. Hace dos años que estamos trabajando con ellas y de a poco vamos dejando el uso de agrotóxicos en el cultivo. Es una tarea lenta pero se va logrando.

Estamos consiguiendo que entiendan que los cultivos agroecológicos son favorables, no solo para el medio ambiente sino también para la economía local.

Se trata de pequeños productores que comercializan su producción en el medio local.

-¿Es un trabajo satisfactorio, a pesar de las complicaciones?
-Sin dudas es un trabajo que requiere de pasión por lo que se hace. Las tareas comunitarias requieren de vocación. Si no, no se hacen bien.
Se trata de devolver a la comunidad lo que ella te brinda.

-¿A cuántas familias abarca este proyecto?
-Actualmente estamos trabajando con 15 familias, pero pensamos extenderlo a entre 20 y 30.

Pobreza, feudalismo y represión sindical

-Esta situación que describes se debe también a que durante muchos años estos trabajadores y trabajadoras no contaron con representación sindical.
-Correcto. Lo que pasa es que nosotros en El Salvador hemos luchado desde siempre contra la cultura del colonato o del feudalismo, que increíblemente persiste en nuestro país.

Hay muchos terratenientes que obligan a los trabajadores a laborar gratis si es que estos viven en la propiedad del patrón.

Esto que suena a siglo XIX es una práctica profundamente arraigada en el campo salvadoreño, que se transmite de generación en generación y que nos ha costado mucho erradicar.

-¿Cuántas comunidades están presentes?
-En este momento estamos coordinando tareas en siete comunidades en el municipio de Nejapa, en San Salvador.

Ahí nos enfocamos en la transnacional Coca Cola, el uso que ésta hace del agua, en la organización de los trabajadores y también en la construcción de una pasarela sobre la autopista que garantice la seguridad de los trabajadores y las trabajadoras que cruzan a la fábrica.

Han muerto dos trabajadores de la compañía por la falta de una pasarela.


En Guatemala, Gerardo Iglesias