La indignación nacional se disparó cuando se supo que la empresa se feriaría a la barata en una falsa subasta, con un solo oferente, posibilidad a la que un decreto inconstitucional de Simón Gaviria, le dio viso de legalidad, maniobra que inmortalizará al santismo como el creador de las subastas de bienes públicos de yo con yo.
De otra parte, una vez sabido que Isagen se le vendería a Brookfield a precio de ganga –porque no habría subasta–, el Procurador le «advierte al gobierno la inconveniencia de dicha venta» porque generaría una pérdida del patrimonio nacional de 2,37 billones de pesos (718 millones de dólares).
Y el Contralor refutó a Santos al afirmar que Isagen sí era de importancia estratégica y señaló que su venta afectaría los ingresos de la Nación. Sobran las razones para que se abran investigaciones disciplinarias, fiscales y penales.
También avivó el rechazo nacional saber que Brookfield no era una empresa de electricidad sino de especulación financiera, para peor residenciada en un paraíso fiscal y con graves acusaciones por conductas oscuras y andanzas ilegales.
En Estados Unidos ha sido investigada por promover la corrupción internacional, sus cuentas son como cajas negras imposibles de analizar, del tipo de las de Enron, y los expertos aconsejan no invertir en ella, en tanto que en Brasil se les adelanta un proceso por el pago de sobornos a funcionarios públicos.
Y no es menor que altos ejecutivos de Brookfield hayan sido funcionarios del gobierno de Tony Blair, personaje al que Santos presenta como su amigo y quien goza de un merecido descrédito internacional en razón de sus operaciones de tráfico de influencias a favor de poderosos negociantes.
En Colombia, Blair ya era conocido. Porque aquí actuó a las escondidas, a través de Planeación Nacional, a favor de los que se quedaron con GrayStar, la del páramo de Santurbán.
Igualmente irritó que se probara que los recursos públicos no están igual invertidos en Isagen que en las vías 4G, falacia en la que tanto insiste Mauricio Cárdenas, y no solo en relación con sus utilidades.
Ya dijeron que el primer paso del pago de Brookfield es convertirlo en TES, plata cuya tendencia a cubrir el déficit fiscal y volverse mermelada es muy grande.
Y a pesar del sartal de mentiras no pudieron ocultar más que mucho de lo que vaya a vías irá a fondo perdido o con bajas tasas de interés y riesgos mayores a favor de quienes monopolizan estos negocios. En el negociado de Isagen, Colombia perderá al vender y al invertir esos recursos.
La venta de Isagen contiene, además, otra cláusula que retrata de cuerpo entero al trío Santos-Cárdenas-Vargas Lleras: los nuevos propietarios podrán fijarle su residencia a la empresa en otro país, con lo que no pagarán impuesto de renta en Colombia.
¡Para reemplazar esta otra gran gabela a los híper poderosos también será el aumento del IVA que cocina, así lo niegue, el Príncipe de Anapoima!