“El año que acaba de terminar ha sido muy crítico en el tema de derechos humanos. Todavía Honduras está lejos de tener una política de Estado orientada a la protección real de defensores y defensoras”, dijo a La Rel, Bertha Oliva, coordinadora del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (Cofadeh).
“Vivimos en una dictadura que sigue militarizando al país, reduciendo el presupuesto de salud, educación y vivienda y triplicando el de defensa y seguridad. Es un mensaje más que claro de que el régimen va a aferrarse al poder, cueste lo que cueste”, agregó.
-¿Cuáles han sido los elementos que caracterizaron la crisis de derechos humanos que se vive en Honduras?
-Se han vuelto a dar casos de desaparición forzada y el Estado ha puesto oídos sordos a las reclamaciones de las familias.
También ha habido un incremento de las ejecuciones sumarias y arbitrarias y de las masacres. Enero concluyó con 10 masacres que se cobraron la vida de 36 personas.
Ninguna de esas muertes ha sido investigada con la seriedad que se merece, y se prefiere presentarlas como unas “pasadas de cuenta” entre maras (bandas juveniles).
Por el contrario, para nosotros se trata de “mensajes” que el régimen está mandando para atemorizar y paralizar a la población en resistencia, que protesta y que sigue denunciando la ilegitimidad e ilegalidad de este gobierno.
En este sentido tampoco ha parado la criminalización y judicialización de organizaciones y movimientos.
Hay toda una estrategia de inteligencia para penetrar y controlar a las organizaciones y crear perfiles de dirigentes y líderes sociales y populares. Tenemos informaciones de que unas 125 organizaciones sociales están siendo espiadas.
-El gobierno dice que los índices de asesinatos han bajado considerablemente.
-Es lo que siempre dicen. Independientemente de las cifras que usan mediáticamente, la realidad es que, por ejemplo, siguen asesinando a mujeres.
El año pasado se superaron los 300 femicidios y son casi 3.500 las mujeres asesinadas en los últimos 7 años. Más del 90 por ciento de estos crímenes quedaron impunes.
Además, hay otras formas que caracterizan la violencia de este régimen, como las persecuciones y detenciones por motivos políticos.
Esto nos indica que tenemos un sistema de justicia totalmente coludido con el delito y que se presta para someter y amedrentar a la población que resiste. Convierte la legalidad en brutalidad.
Los presos salen de las cárceles con traumas severos, muchas veces después de haber sufrido tortura sistemática y tratos inhumanos.
-Una crisis de derechos humanos que hunde sus raíces en el golpe de 2009.
–Honduras es un país que ha sufrido un golpe cívico militar y luego un golpe electoral, ambos acompañados por una represión feroz que ha dejado un terrible saldo de muertos, heridos y encarcelados.
Es un país donde no hay estado de derecho ni institucionalidad, donde se multiplica la corrupción y la colusión con el crimen organizado, donde se han perdido las garantías civiles y políticas que fortalecen la democracia y, por tanto, los derechos humanos.
Lo que hay es un dictador aferrado al poder, que dibuja y construye su propio escenario, gobernando para el beneficio de unos pocos, con el apoyo descarado del gobierno estadounidense.
Los efectos son más miseria, desilusión y el éxodo masivo de miles de familias, incluyendo a defensores y defensoras que hemos capacitado y formado, y que también huyen de la violencia, el acoso, el aislamiento y hostigamiento, de la falta de oportunidades.
Esto nos llena de tristeza, porque también sabemos que es parte de una estrategia para restarle fuerza a las organizaciones sociales y populares, a las comunidades que luchan contra este modelo neoliberal extractivista.
Un modelo que es profundamente despiadado y voraz y que desplaza y expulsa a personas y comunidades enteras.
-¿Cómo va a ser este 2019?
-Un año de grades retos. Nunca como ahora vamos a necesitar juntar voces y esfuerzos para llevar adelante demandas que deben ser colectivas.
Apostamos a una mayor articulación a nivel nacional. Es nuestra obligación para que la ciudadanía empiece a retomar fuerza, reorganizarse y movilizarse.
Debemos tener claro que la dictadura no se va a ir sola. Debemos combatir las mentiras, los intentos de dividirnos, juntar todas las fuerzas porque hará cualquier cosa para mantenerse en el poder, hasta profundizar el terror.