Mi primera llegada fue en el año 1964. Llegué sin conocer mucho del país al que iba, pero ciertamente con unos deseos enormes de profundizar en él.
Y de esto bien que se encargaron los alumnos mayores de Cristo Rey.
Tuvieron suerte con el profesor-alumno que les llegaba. Tanto que al final del primer año, sintetizando todo lo aprendido, era yo el que les mostraba aspectos del Paraguay en dictadura que no todos conocían o aceptaban.
El resultado de todo esto fue un acto real que iba a marcar todo mi futuro.
El agosto de 1969 tomé la nacionalidad paraguaya y un mes después Alfredo Stroessner me enviaba al exilio.
Una opción y una injusticia tan grandes que dedicándome al trabajo con todo entusiasmo en Argentina, Ecuador, Nicaragua y España, siempre mi convicción de volver al Paraguay fue mayor.
La segunda fue el año 1996. Iba precedida de 27 años de exilio del Paraguay, que pudieron haberme quitado el deseo de volver pero que hicieron el efecto contrario.
Volví y logré ser paraguayo en el Paraguay en uno de los barrios más abandonados: el Bañado Sur de San Cayetano.
En él trabajé 20 años. Su gente me marcó. Y luchando con ella vinieron también el Parlamento Joven, el Marzo Paraguayo, el artículo diario en la prensa y el programa de Radio Fe y Alegría todos los días.
También la lucha por los presos políticos de Curuguaty. Los bañadenses me han enseñado a caminar con el pueblo en lucha, rebelándome y gritando ante cada injusticia.
Mi tercera llegada al Paraguay ha sido en este mes de enero del 2019.
La alegría y el deseo de ayudar a este mi pueblo todo del Paraguay es mayor que en las otras dos llegadas.
Por las limitaciones que me ponen los 90 años, además soy consciente, ahora más que nunca, que únicamente unidos venceremos. No lo duden.