En lo relacionado con el sector formal de la economía (las empresas agropecuarias), el proyecto busca establecer una modalidad de salario denominado “jornal integral”, porque en él quedaría incluido lo correspondiente a las prestaciones sociales.
Tremendo engaño. Las empresas ya no pagarían a sus trabajadores y trabajadoras prestaciones sociales (cesantías, primas de servicios y de vacaciones, entre otras) y se aumentaría el valor de los aportes de éstos en un 35 por ciento.
Lamentablemente el “diablo es puerco”, como decía el papá de Betty la Fea, y nos puede salir con “cochinadas”.
El Ministerio de Trabajo ha sido permisivo para que en el sector agropecuario a la inmensa mayoría de trabajadores se les pague menos del mínimo legal y que no se los tengan afiliados a la seguridad social.
Y menos ahora, que el proyecto de ley busca legalizar la informalidad laboral.
También hay que recordar que en las agroindustrias de la palma africana y la caña de azúcar fue necesaria una lucha prolongada para forzar al ministerio a prohibir la intermediación laboral que hacían las cooperativas de trabajo asociado, cuyos asociados debían pagarse sus propios salarios y la afiliación a la seguridad social, sin derecho a prestaciones sociales.
Ganar esta pelea ha sido un estímulo fundamental para que estos trabajadores se estén afiliando a Sintrainagro.
Frente a los empresarios no se puede dar papaya, y este proyecto de ley se las sirve en la mesa.
Establecido el jornal integral, los empresarios podrían llevar a la mesa de las próximas negociaciones la propuesta de incorporarlo como medida de presión contra la contratación indefinida, sobre todo en los sectores palmero y de las flores, donde el sindicato busca fortalecerse.
No faltarán voceros de los empleadores que calentarán el oído a los trabajadores para persuadirlos de que un jornal diario, incrementado en un 35 por ciento, es más conveniente que unas prestaciones sociales que no tienen disponibilidad inmediata.
Por supuesto que no les advierten que esto afecta su estabilidad contractual.
Definitivamente, este nuevo modelo de remuneración que proponen los congresistas, por cierto terratenientes su mayoría, es una verdadera porquería.
En su novela El otoño del patriarca, Gabriel García Márquez decía: “El día que la mierda tenga algún valor, los pobres nacerán sin culo”.