“Nunca imaginé llegar a los 80 y esto ya es algo formidable que me emociona”, bromea Jair y añade enseguida: “Si a eso le sumamos que varias personas que realmente aprecio aquí en Uruguay me hacen este reconocimiento me emociono muchísimo más”.
Llegado a Montevideo el miércoles 17, Jair hizo un lugar en su apretada agenda para visitar la Secretaría Regional y conversar sobre este “homenaje a la solidaridad” que lo convoca.
“Confieso que escribí y reescribí sobre el tema del que quiero hablar unas cinco veces. Finalmente me decidí a hablar sobre la solidaridad y esto me llevó a pensar mucho”.
En ese ejercicio de memoria que debió hacer, dice, recordó a muchas personas. “Algunas ya no están entre nosotros. Recordé a los tantos brasileños y brasileñas que cuando las cosas se pusieron feas se vinieron a refugiar a Uruguay”.
Visiblemente emocionado, recuerda que el presidente João Goulart, ministros, figuras importantes de la política de Brasil como Leonel Brizola y tantas personas más humildes fueron recibidas con cariño por los uruguayos.
“En Uruguay aprendí mucho sobre la solidaridad espontánea y desinteresada. Luego, cuando las cosas se pusieron feas acá, nos tocó responder a la altura y los recibimos allá”.
Jair recuerda que el vínculo con la Rel-UITA surgió a partir de los familiares de los detenidos desaparecidos.
“Enildo (Iglesias, ex secretario regional de la Internacional) me llevaba mensajes en aquella época donde teníamos que ingeniárnoslas para comunicarnos. Era pura artesanía lo nuestro”.
Por ese tiempo Jair era la cara visible del Movimiento. “Había sido algo definido por la organización como medida de seguridad hacia el resto del equipo. Pero siempre hubo riesgos y en el caso que se me complicara, el encargado de sacarme de Brasil era Enildo”.
“En esto de la solidaridad fue creciendo nuestro vínculo de amistad y colaboración, que se mantuvo tanto en las buenas épocas como en las malas y que perdura hasta hoy”, señala.
Los recuerdos de personas y de hechos van brotando desde la memoria, desde la emoción, vuelven a pasar por el corazón.
Jair de pronto se pone melancólico y reflexivo.
“Se trata de mi vida, de mis amigos, de los lazos que tengo” dice. Y a continuación se pregunta: “¿Será que si nos tocara vivir lo que vivimos en aquella época recibiríamos la misma solidaridad?
“No tengo respuesta a esta interrogante, lo que sí sé es que la humanidad vive tiempos de total individualismo y que eso me preocupa”.
En Montevideo, Amalia Antúnez