Uno de ellos es el llamado “Marzo Paraguayo”. Sobre esto voy a responder hoy a tres preguntas.
Pasan los años y es necesario recordar a los hechos que nunca se debieran olvidar. Uno de ellos es el llamado “Marzo Paraguayo”. Sobre esto voy a responder hoy a tres preguntas.
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Paraguay, marzo de 1999
26 de marzo de 1999 Las muertes, los nacimientos
Si por ellos fuera le pondrían un durísimo Tanta sangre, tanto dolor no han sido en vano. Raúl Cubas y Lino César Oviedo huyen y ríos de gente inundaron de entusiasmo y dignidad las calles de Asunción. Ríos de gente anhelando vivir en paz y sin miedos, ahogaron a los opresores, a la impunidad y a las pretensiones totalitarias de Oviedo, sus paramilitares y alcahuetes fundamentalistas. Un pueblo desbocado que en su algarabía parece ir inventando su futuro.
El centro estaba atestado de policías, tanques de guerra y carros hidrantes. La gente enjugaba sus rostros. El calor agobiaba tanto como la incertidumbre. Próximo al Congreso, un cordón de jóvenes registraba a los manifestantes para evitar el ingreso de armas. La Policía estaba ocupada en otros quehaceres que nada tenían que ver con salvaguardar la seguridad de tanta gente indefensa. -Viene de Uruguay, es amigo -vocifera Pedro Salcedo, de la Federación de Trabajadores de la Alimentación. -Perdoná, che, pero lo tengo que revisar -responde un joven con el rostro pintado. Al terminar la inspección, me abraza y dice: “Gracias por venir”. El muchacho no tenía más de 15 años, y estaba ahí como tantos otros jóvenes, con los colores patrios pintados en sus mejillas, con la camiseta de la selección paraguaya en el pecho, haciéndole goles al rejuntado oviedista. Alan Flores, presidente de la CUT El martes 23, luego del asesinato del vicepresidente de la República Luis María Argaña, la CUT se reúne sobre el mediodía y resuelve la huelga general indefinida hasta obtener la renuncia del presidente Cubas. Desde la tarde de ese día los choques frente al Parlamento son muy duros. Balas, balines, garrotazos, agua, de todo. Sin embargo, la capacidad de resistencia que tuvo la gente es impresionante. Para los oviedistas resulta fundamental copar el acceso al Congreso e impedir que los parlamentarios se reúnan. Por ello la plaza pasa a ser un elemento clave en todo este proceso. De ahí la furia de los oviedistas en su intento de desalojarnos. No pudieron ese martes 23, ni tampoco el miércoles ni el jueves; entonces el viernes 26 se jugaron el todo por el todo provocando un doloroso saldo de muertos y heridos. La defensa de la plaza no fue una manifestación “normal”, a la que se reprime y uno corre y regresa, allí se luchó por un territorio, como en una guerra de posiciones. La gente, sin armas, tuvo que defender ese lugar y allí quedarse. Francisco Pa’i Oliva, cura jesuíta -Yo creía que Cubas tenía una conciencia humanitaria mayor, y desde la represión del día martes esperaba que se diera cuenta de que eso era un callejón sin salida. Pero a medida que pasaban los días y la represión crecía, la situación se me hacía todavía más absurda, porque yo sabía que, tarde o temprano, Cubas iba a renunciar –dice el Pa’i Oliva en la plaza, donde acudió a celebrar misa y a convocar a los jóvenes paraguayos cuando las autoridades locales de la iglesia católica llamaban a los manifestantes a regresar a sus casas. Alan Flores De tanto pueblo y pueblo hecho pedazos seguro va a nacer un pueblo entero pero nosotros somos los pedazos tenemos que encontrarnos cada uno somos el contiguo de otro en las junturas quedará la historia de una buena esperanza remendada (5) -El viernes 26 se produce el ataque más violento –recuerda Alan-. A las cinco de la tarde aproximadamente, un embate de la Policía nos hace retroceder hacia la Catedral, pero se produce una reacción de la gente y los oviedistas huyen despavoridos. Entonces se prepararon para arremeter a balazos y se vive un enfrentamiento que duró varias horas, donde lo único que teníamos para defendernos eran palos, piedras y petardos. No obstante, a pesar de contar con tanta fuerza y armas, no pudieron copar la plaza. La defensa de la plaza fue clave, pero también se resistió en otros escenarios, cuando los tanques salieron la gente se les cruzaba con sus coches. En la televisión se mostró a un ciudadano que con un palo en la mano se enfrentó a un tanque de guerra. La reacción de la ciudadanía fue espontánea y con tanta decisión que fue imposible contenerla. Fernando Camacho, Jóvenes por la Democracia -Creo que el nivel de cobardía y alevosía que se alcanzó fue algo inaudito. Nosotros convocamos a la gente y estábamos preparados para un enfrentamiento de igual a igual. Pero jamás pensamos que iban a caer en esa cobardía tan atroz. Lo que más me impresionó en esos momentos fue ver a los compañeros llevando a los heridos y volver después al frente de batalla, sabiendo a lo que se exponían. Los compañeros, a pecho gentil, tomaron más de dos pisos del edificio Zodiac, tratando de llegar hasta donde estaban los cobardes francotiradores. Alan Flores -Estamos en otro país, todo ha cambiado. Salimos de la opresión oviedista y hoy se respira otro aire. En una semana cambió el país y cambió su gente. Se echó al Presidente, se corrió a todos los oviedistas, y hoy, 30 de marzo de 1999, tenemos un gobierno de unidad nacional. El ciudadano y la ciudadana común hicieron posible este cambio fantástico que sacude al país. Para el presidente, Luis González Macchi, esto es una ventaja, pero también representa una gran responsabilidad. Él no puede decir ahora que accedió a la Presidencia de la República por obra de su partido político, fue obra de la gente. En este momento están dadas las condiciones para crear un nuevo Paraguay.
En Asunción, Gerardo Iglesias
29 de marzo de 1999 |