Con Guillermo Zuccotti
La precariedad laboral como paradigma y la atomización del movimiento obrero
En representación de la Confederación Sindical de las Américas (CSA) y la CGT de Argentina, país de donde es oriundo, participa del Seminario «Extensión del Piso de Protección social a los Trabajadores del Sector Rural»¹, que se desarrolla en Montevideo entre el 25 y el 29 de noviembre.
–Tu presentación en el seminario registró una cantidad de puntos muy similares a los que planteó la Rel-UITA.
-Por supuesto que sabía del desarrollo y del trabajo de la Rel-UITA, pero me sorprendieron gratamente esas coincidencias.
Cuando uno habla a nombre de la CSA trata de contemplar las realidades de la región, de las afiliadas, y siempre es bueno contrastar el discurso propio con el de otros. Lo positivo fueron las similitudes entre los diagnósticos que hicimos y también respecto a las vías de solución, donde es habitual que aparezcan distintos puntos de vista que impiden la unidad de acción.
-Una de las coincidencias es la necesidad de un cambio del modelo productivo…
-Efectivamente. La CSA está elaborando su Plataforma para el Desarrollo de las Américas (PLADA), una estrategia integral que supone básicamente un cambio en el modelo productivo porque consideramos que con esta matriz productiva es difícil que podamos compatibilizar Trabajo Decente con los aumentos de producción que se verifican en el sector. Y como representamos trabajadores, nos preocupa de qué manera se produce.
Estamos asistiendo a crecimientos económicos muy fuertes en la región, como sucedió en los noventa, cuando se creció a tasas chinas, 8-9 por ciento anual, pero eso no se tradujo en mejoras para los trabajadores.
Por el contrario, se tradujo en precarización, en pérdida del poder adquisitivo de los salarios, también de empleos, y nosotros no nos enamoramos de los números, de los indicadores.
Este auge se dio en el marco de una economía reprimarizada, con un aumento importante de ciertos cultivos, de la presencia internacional de productos de nuestra región, pero no se notaron mejoras de la calidad de vida de los trabajadores. Y sin eso poco nos interesa el crecimiento económico.
La preocupación central de la CSA es cómo se resuelve el tema de la informalidad, que tiene consecuencias sobre la distribución del ingreso. Si tenemos trabajo precario, trabajo no registrado, falso trabajo autónomo -da lo mismo si en el campo o en la ciudad-, parte de esa renta se la quedan los terratenientes, los capitalistas y no los trabajadores.
–En términos generales, ¿la situación del trabajo no registrado ha mejorado en Argentina?
-Si uno lo analiza respecto a 2001, cuando se produjo una explosión social, económica y política, la situación mejoró sensiblemente.
Se desarrollaron políticas activas, el Estado recuperó roles básicos que en otras épocas era impensable que hubiera abandonado, específicamente en su papel de policía de las relaciones laborales, y todo eso generó un aire fresco que condujo a que aumentara grandemente el nivel de trabajo registrado.
Durante un tiempo estuve al frente de la Inspección del Trabajo de la Nación. Antes de que aplicáramos un Plan de Regularización del Trabajo había 40 inspectores para cubrir todas las materias: seguridad social y convenios colectivos. Era nada para todo el país.
Hoy se aumentó el número de inspectores, se tecnificó el área, marchando hacia una inspección más inteligente que apuntó a hacer visible lo invisible (no nos limitamos a visitar empresas), pero se debe avanzar mucho más.
Lo que está faltando y queda aún pendiente son políticas de segunda generación en materia de fiscalización, es decir controles más inteligentes. No puede ser que, por ejemplo en el agro, la agencia tributaria, que tiene registros de los que se produce, de lo que se vende, de las posiciones de algunas exportadoras de granos, no pueda tener acceso a la trazabilidad de esa empresa: cómo está integrada, quién la provee, quién es el titular de sus campos, dónde y cómo están los trabajadores. No parece ser tan difícil, si existe la voluntad política de llevarlo adelante.
-¿Sigue estando en un nivel del 40 por ciento el trabajo no registrado en Argentina?
-Está en un 36 por ciento. En 2006-2007 se registraron los mejores indicadores.
–Una informalidad alta es una forma de ataque al propio modelo sindical argentino…
-Sin ninguna duda. Por un lado la informalidad atomiza el movimiento sindical.
Ahora en la CGT estamos trabajando en unos cuadernos de formación obrera. Uno de los módulos, que yo redacté y compilé, es precisamente sobre la formalización de la economía, y apunta a lo que decías: la informalidad rompe el poder sindical.
Primero que nada, el precario disfrazado de eventual rompe el eje en el centro de trabajo. Los precarios no tienen el mismo contrato de trabajo, el mismo convenio, dependen de otro patrón, tienen contratos de tres meses de duración, no tienen la misma libertad sindical que los trabajadores fijos de la misma empresa que gozan de un convenio colectivo.
Unidad en la acción
Yo creo que el movimiento sindical debería estar unificado, como lo está el uruguayo. El modelo de dos, tres centrales rompe el modelo de fuerza sindical.
–Sé que te preocupa la situación de división en Argentina.
-Sí, duele. En primer lugar, impide avanzar. Yo no creo que haya muchas diferencias entre las distintas centrales respecto a lo que hay que hacer sobre la informalidad, la tercerización. Representantes de unas y otras hemos participado de los mismos equipos de trabajo. Es una picardía que no estemos juntos.
A algunos gobiernos, a los empresarios, les conviene tener dos interlocutores sindicales, divide.
–¿Sos optimista respecto a la posibilidad de un acercamiento?
-Por naturaleza lo soy, si no me dedicaría a otra cosa. La unidad en la acción va permeando en distintos ámbitos. Hay diferencias que tienen que ver con los alineamientos políticos, pero cuando los dirigentes tienen la grandeza suficiente, las cosas se superan. Y en las instancias internacionales nos encontramos.
Hay que ser muy corto de vista para no apreciar las ventajas estratégicas de tener unidad en la acción. Tal vez no dé para tener una única representación, pero eso no debería dificultar el actuar juntos.
Foto: Gerardo Iglesias.