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Con Isabelle Carvalho

“A los LGBTI tiene que unirnos sobre todo que formamos parte de la clase obrera”

Autodefinida como mujer travesti, Isabelle es, a sus 31 años, coordinadora de la Asociación de Diversidad de Limeira (Adlim), movimiento pro derechos de la comunidad LGBTI en ese municipio. Es, además, empleada pública y sindicalista. En esta entrevista nos cuenta sobre su trabajo sindical y la ardua tarea de generar conciencia de clase en el colectivo.

-¿Cuál es el principal desafío dentro del ámbito sindical para una dirigente travesti?
-Uno de los grandes desafíos del movimiento LGBTI es rescatar la conciencia de clase, la conciencia sobre el concepto de democracia que muchas veces difiere del que utilizan los cientos de políticos corruptos que pululan en este país.

Hay incluso un candidato a la presidencia que tiene un discurso encendidamente antidemocrático, antiobrero y homofóbico.

Las personas LGBTI nos unimos como consecuencia de la discriminación y los prejuicios que sufrimos, pero también tiene que unirnos que formamos parte de la clase obrera.

-¿Qué papel juega el sindicato en esta tarea?
-Sería importante que los líderes sindicales que se disponen a conformar una organización o una directiva busquen dentro de sus bases en las fábricas a personas del colectivo LGBTI para que se sumen al sindicato.

Deben generar conciencia contra el prejuicio instalado en contra de nuestro colectivo, ayudar a que el resto de los trabajadores y trabajadoras sepan la exclusión que sufrimos en el mercado de trabajo.

Es fundamental que los sindicatos se involucren en la socialización de este tema, en informar y abrir espacios para la inclusión de trabajadores LGBTI, pero todavía falta mucho.

Hemos avanzado en algunos puntos, ahora vemos más trabajadores y trabajadoras LGBTI pero se trata de personas cisgénero, es decir gays, lesbianas, bisexuales, no así travestis o transgéneros.

Todavía los travestis ocupamos el podio de la escoria social y eso tiene relación directa con la dificultad de inserción en el mundo del trabajo.

-¿Las condiciones para vuestro colectivo se pusieron más difíciles después de la destitución de Dilma Rousseff?
-Sin dudas, se nota la implementación de una agenda neoliberal más radical que prevé la flexibilización de las leyes laborales como lo hizo esta reforma, que si ya afecta mucho a la clase obrera en general, te imaginas a la comunidad LGBTI.

-Como en otros tantos lugares, ¿se expresa aquí la oposición de grupos religiosos?
-No lo generalizaría a toda la iglesia, pero sí existen grupos ultraconservadores que presionan contra los avances en derechos, y también es cierto que la raíz de muchos prejuicios sobre nuestro colectivo es religiosa.

Esa es otra de las tantas barreras que nos toca cruzar.

No es fácil, claro, porque nos retrasa en nuestros objetivos. ¡Pero creo que la lucha vale la pena!


En Limeira,
Gerardo Iglesias