El Ingenio Emiliano Zapata se abastece de la caña producida en 14 municipios de Morelos y uno del estado de México.
Recibe su materia prima de 6.583 cañeros, pequeños propietarios de 11,909.60 hectáreas, y emplea a 525 personas en época de zafra y a 485 en época de reparación.
Entre noviembre y mayo, el ingenio procesa un millón toneladas de caña diarias y tiene una capacidad de molienda de 7.200 toneladas.
A los cortadores no nos pagan lo que necesitamos para poder vivir. Tampoco pagan la renta de los lugares donde tenemos que vivir cuando las galeras están llenas, cosa que sucede a menudo.
No nos no dan cobijas, y menos cama.
Cuando empieza la zafra te dan un machete y una lima, pero al cabo de seis meses las herramientas corren por tu cuenta.
Al empezar el corte nos prestan unos 300 pesos (15 dólares) para que nos mantengamos una semana, pero 15 días después nos comienzan a cobrar de a 50 pesos en 50 pesos.
En el ingenio de Zacatepec pagan 40 pesos la tonelada de caña cortada (unos 2 dólares), en Casasano 34 o 35 pesos (1,8 dólares).
Una cuadrilla de 30 personas tumba unas 450 toneladas al día, a razón de unas 15 por persona.
Para cumplir estas metas nos levantamos a las 5.30 de la mañana, y trabajamos hasta las 6 de la tarde, es decir más de 12 horas. Luego regresas a las galeras, te bañas y a dormir. Al siguiente día lo mismo, incluido el domingo.
Antes, cada 15 días nos daban un bote de aceite, un jabón, 2 sopas instantáneas, sal, arroz, frijol, azúcar y un rollo de papel higiénico. Pero ahora todo eso debemos comprarlo de nuestro dinero.
Las galeras tienen los baños afuera. Son 15 baños para las 540 personas que viven en las 18 galeras. No tenemos dónde ducharnos. Nos mandan al río.
No nos proporcionan protección para cortaduras, ni zapatos. Muy frecuentemente los cortadores se cortan los pies, las manos. Cuando eso sucede o a algún familiar le pasa algo ya no los atienden en el lugar y los mandan a una clínica privada. No hay siquiera botiquines de primeros auxilios.
Necesitamos prepararnos para enfrentar a la empresa. Ellos están preparados y saben cómo hacer para explotar a sus trabajadores al máximo.
Los sindicalistas debemos defender los derechos de los trabajadores del campo pero también tenemos que capacitarnos en lo económico.
A veces siento que necesito aprender muchas cosas, pero vamos luchando.
En Morelos, Gilberto García