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Más allá del asesinato de Marielle Franco

Las Tres B y la aniquilación de las mujeres resistentes

Un mes largo después del asesinato de la concejala, activista social y militante política Marielle Franco nada se sabe acerca de la identidad de sus asesinos. Más aún: el 9 de abril fue acribillado uno de los testigos del crimen, el también militante social Alexandre Pereira.

El cadáver de Pereira fue encontrado en su auto en la carretera de Curumarau, ejecutado de varios balazos.

Pereira trabajaba como asesor del edil Marcello Siciliano, del Partido Humanista de la Solidaridad, y era los ojos de este concejal en favelas de Río.

Cuando Marielle Franco, “favelada” como él, y su chofer Anderson Gomes fueron asesinados el 14 de marzo, también a bordo de un auto, Pereira presenció el ataque y había sido citado como testigo por la justicia.

Al igual que en el caso de Franco y Gomes, no hay indicios sobre los responsables del homicidio de Pereira.

Las sospechas recaen sobre organizaciones paramilitares del tipo de los escuadrones de la muerte.

Casquillos de armas 9 milímetros, de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas, en especial de la Policía Militar, fueron encontrados en el lugar de la emboscada a la concejala del Partido Socialismo y Libertad y su chofer.

Pereira era también muy crítico con el gobierno de Michel Temer y había denunciado reiteradas veces la decisión de militarizar la seguridad en Río de Janeiro, que se concretó hace casi dos meses y ha llevado al aumento de la inseguridad para los habitantes de las favelas y los militantes sociales que los defienden tanto de los narcotraficantes como de los uniformados.

El asesinato de Franco y de Pereira “es un mensaje muy claro: nos quieren hacer entender que cualquiera que se oponga a este estado de cosas será eliminado”, dijeron por estos días al suplemento “Las 12” del diario argentino Página 12 Rosanjela Costa Araújo y Paula Barreto, profesoras en la Universidad Federal de Bahía y compañeras de Marielle.

La sociedad brasileña está controlada por las Tres B: las balas de la militarización, la biblia de los pentecostales y el buey de los terratenientes y los sectores concentrados de los agronegocios”, que tienen representaciones políticas de decisivo peso en el parlamento, dijo Costa.

El de Marielle, agregó a su vez Barreto, “es un asesinato político de una mujer joven, negra, lesbiana que se enfocó en aspectos sociales, antirraciales y antirrepresivos. ¿Por qué llega ahora? Porque mientras todos los movimientos sociales permanecen en un momento de retroceso y repliegue, el de mujeres está en las calles, marca la agenda y es masivo

Las mujeres negras y de las comunidades periféricas están movilizadas y organizadas. Tal vez son el movimiento social más activo de la actualidad” y a ellas hay que apuntar, concluyó.