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Con Mario Agudelo
Inquietudes sobre el proceso de paz en Colombia

“El Estado no está asumiendo su papel y la violencia puede retornar”

El proceso de paz con las FARC se juega en el posconflicto y el Estado está dando muestras de una peligrosa indiferencia que puede llevar al retorno de la violencia, comenta Agudelo quien participó de manera activa y decisiva en la desmovilización del Ejército Popular de Liberación (EPL) en los inicios de los años 90.

-¿Cómo analizas la marcha del proceso de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC?
-Desde el punto de vista de la desactivación de un conflicto violento y de una organización como las FARC es algo muy importante, pero la experiencia demuestra que el desarme es apenas el punto de partida.

Lo más difícil viene después: lograr que se dé la reconciliación y que la reinserción sea buena.

Si el Estado no asume su rol como garante de derechos, de seguridad, de justicia y de desarrollo puede ser un salto al vacío en tanto que en los territorios esa paz puede no verse reflejada.

La preocupación radica primero en que si esos espacios donde operan ilegales no los ocupa el Estado, los ocuparán otros ilegales y eso supondrá nuevas violencias y lo segundo es que si no hay un ejercicio de reconciliación el proceso podrá llegar a un punto muerto.

-Lo dices desde tu experiencia del proceso entre el Ejército Popular de Liberación (EPL) y el Estado donde se selló un acuerdo de abandonar las armas.
-Sí. En ese caso, el Estado no salvaguardó la vida de dirigentes y activistas de esta organización y hubo una gran matanza. De 1991 a 1996 se registraron más de 700 homicidios de miembros del EPL.

Hoy uno ve que esta historia se repite. El de Santos es un gobierno indolente que está para la foto, el Premio Nobel de la Paz y punto. No le interesa lo que pasará en los territorios donde están los grupos armados.

Uno ve cómo elementos tan sencillos del proceso, como son la reincorporación de los desmovilizados no se cumplen. Mucho menos se van a cumplir los compromisos que tienen que ver con el desarrollo de las comunidades, la erradicación de los cultivos ilícitos. Y apenas estamos empezando.

Sinceramente no creo que el Estado esté preparado para abarcar todas las instancias necesarias para que el proceso de paz se dé de una forma completa. Si el Estado no asume su rol, los alcances del proceso serán muy limitados.

¿Paz sin trabajo y sin pan?
¿Paz sin soberanía?

-Si a los desmovilizados no se les da oportunidades de trabajo el proceso se complicará. El campo colombiano ya no siembra comida sino pobres y hay un gobierno que vende al país en sus tratados de libre comercio. Será difícil la reinserción de los desmovilizados, si los que nunca cargaron un arma están por millones acorralados entre la miseria y la falta de empleo.
-Ciertamente, el agro colombiano, además de pobreza, siembra coca y amapola porque ha sido la única opción que han tenido los campesinos para sobrevivir. De esa necesidad se aprovechan los grupos ilegales de manera muy inteligente.

Pienso que si a los desmovilizados no se les da oportunidades de reinserción en la sociedad volverán a las armas, y si en los campos no se da oportunidad para nuevos cultivos a través de inversiones e incentivos se volverá a la violencia. De eso estoy muy seguro.

Veo a un Estado sin interés, mirando hacia el costado o hacia el centro del país. No hay referencias institucionales en Colombia y en esos espacios vacíos pueden aparecer insurgencias o ilegalidades y un retorno a la violencia.

El gobierno se ha quedado en la firma de un papeleo vacío.