La manifestación, realizada frente al Congreso, había recibido el apoyo de tres centrales sindicales, movimientos sociales, partidos opositores.

Hasta las hinchadas de fútbol se hicieron presentes, dejando de lado sus habituales riñas y disputas para solidarizarse con los más veteranos en sus reclamos de aumento de ingresos y recuperación de los medicamentos gratis, eliminados por el actual gobierno. Criminales, los reclamos.

La ministra del Interior, Patricia Bullrich, envió a todos los cuerpos represivos que pudo convocar (Policía Federal, Gendarmería, Prefectura, Policía de la Ciudad y Servicio Penitenciario), que hicieron lo que saben hacer: apalear, lanzar gases lacrimógenos, disparar balas de goma.

Las imágenes que recorrieron el mundo dan cuenta de un nivel de represión inusitado para una manifestación de este tipo, que había nacido totalmente pacífica y protagonizada centralmente por personas de 70,75, hasta 90 años.

Entre los heridos figura un fotógrafo que recibió el disparo de un cartucho de gas lacrimógeno en el cráneo y fue internado en estado grave en una unidad de terapia intensiva. Una jubilada de 87 años fue herida de un palazo a la cabeza y fue trasladada ensangrentada e inconsciente a un hospital.

Videos y testimonios muestran a uniformados gritándoles a los manifestantes: “¡Corran zurdos!”

Una mujer le gritó a un policía: “Vayan a Bahía Blanca a ayudar en las inundaciones, caraduras”.

Los detenidos un centenar, incluido un dirigente sindical de los trabajadores estatales. Una jueza los liberó y el gobierno la atacó. Organizaciones sociales denunciaron al Estado argentino ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Organización de las Naciones Unidas.

Este jueves el diario Página 12 se pregunta “qué se puede esperar para los días que vienen”.

Y se contesta: “Todo indica que una fase de más de autoritarismo y mayor violencia contra quien se oponga al gobierno de Milei o intente expresar un reclamo sin resignarse a lo testimonial. El mensaje de la jornada es ese: tengan miedo. Protestar puede costar más que unas horas de detención o una corrida”.