“La Desbandá”
En 1937 cientos de miles de españoles huyeron hacia Málaga desde toda Andalucía ante el avance de las tropas fascistas italianas y el ejército franquista. La mayoría eran mujeres. A ese éxodo se le llamó La Desbandá, y hoy se lo recuerda.
Gonzalo Fuentes
6 | 3 | 2025

Fotos: El Observador
El pasado mes de diciembre se celebraron en Málaga los actos de presentación de la IX Marcha Integral de la Desbandá, junto con los eventos y marchas organizados para reivindicar la memoria de las víctimas de esta masacre fascista ocurrida en febrero de 1937.
Este año ha participado más gente que nunca en la IX Marcha Integral de Senderismo de la Desbandá.
Además, se han incrementado las marchas comarcales, como la III Marcha de la Huida, desde Alcalá del Valle hasta Cuevas del Becerro.
Este año también se ha celebrado la Primera Ruta de la Desbandá en el Valle del Guadalhorce, partiendo del monolito a la memoria histórica en Valle de Abdalajís —uno de los primeros en erigirse—hasta el de Álora, el más reciente en inaugurarse.
El próximo 13 de abril, Día de la República, se inaugurará un nuevo monolito en la localidad de Pizarra. Esperamos y confiamos en que Málaga capital cuente pronto con un monolito en un lugar céntrico dedicado a la memoria histórica.
Estas marchas no son solo un homenaje, sino un acto de justicia y dignidad hacia las víctimas del golpe franquista. La memoria histórica no debe caer en el olvido; por eso, año tras año, recorremos este camino para recordar y reivindicar la verdad, la justicia y la reparación.
El pasado 6 de febrero arrancó en Málaga la novena edición de la Marcha de la Desbandá, en la que cientos de personas recorren a pie unos 200 kilómetros hasta Almería.
Este trayecto honra la memoria de los cientos de miles de personas que, en 1937, huyeron del avance de las tropas italianas y del ejército franquista, compuesto por mercenarios marroquíes y la Legión.
Las mujeres que la protagonizaban mayoritariamente no solo huían para protegerse a sí mismas, sino también a sus hijos e hijas de un régimen opresivo. La desesperación era tal que muchas llevaban consigo a familiares mayores, convirtiéndose en el único sostén de sus familias en plena persecución.
El pánico que llevó a la mayoría de la población malagueña a escapar se explica por el terror instaurado desde el inicio del golpe de Estado fascista, apoyado por las potencias europeas del Eje.
Más de 80.000 personas llegaron a Málaga huyendo de la represión en Cádiz, Sevilla, Córdoba y Granada.
Primero fueron acogidas en casas particulares, pero la oleada de refugiados desbordó la capacidad de la ciudad. Se habilitaron conventos, iglesias (incluida la Catedral), fábricas como la Tabacalera y cualquier espacio disponible.
Sin embargo, las condiciones de vida se volvieron inhumanas: falta de agua, hambre, hacinamiento y epidemias.
Entre julio de 1936 y febrero de 1937, se documentaron 1.190 muertes de niños y niñas, víctimas de enfermedades como bronconeumonía, sarampión, tifus y tuberculosis, agravadas por la falta de medicinas y la escasez alimentaria debido al bloqueo de Málaga.
El ataque a la población en su huida fue un crimen de guerra y un genocidio, ya que se asesinó a personas por su ideología política. Fue la primera vez en la historia moderna que se atacó a una masa civil indefensa en plena huida.
Uno de los grandes objetivos de la Desbandá es dar a conocer y difundir la historia del pueblo trabajador, especialmente en Málaga, Granada y Almería, donde todas las familias tienen algún vínculo, directo o indirecto, con esta tragedia.
Además de la marcha, se han organizado actos culturales impulsados por asociaciones memorialistas en institutos, y ha habido un gran evento en la Sala del Rectorado de Málaga, con el fin de visibilizar este episodio histórico y evitar que caiga en el olvido.
Mantener viva la memoria es la única garantía para que una tragedia como esta nunca vuelva a repetirse.