Con Sérgio Poletto (II y final)
1.688 millones de litros de agrotóxicos
Sergio es vicepresidente de la Federación de Trabajadores Asalariados Rurales de Rio Grande do Sul (FETAR-RS), Brasil. Trabaja incesantemente recorriendo plantaciones y cultivos de su zona de origen, Vacaría, y de todo el estado. Una zona de fuerte presencia de la soja, pero también de frutas. Esta es la segunda y última parte de la entrevista que mantuvo con La Rel, en la cual aporta relatos sobre las prácticas cotidianas de uso de los agrotóxicos en detrimento de la salud de trabajadoras y trabajadores.
Carlos Amorín
5 | 3 | 2025

Ilustración: Allan McDonald’s – Rel UITA
—Mencionaste la presencia de miles de argentinos trabajando en los campos. ¿Esto es habitual?
—Ocurre desde hace unos dos años. Empiezan a llegar en esta época de cosechas. En años anteriores venían muchos indígenas que siguen viniendo, pero menos.
Una de las razones es que Argentina está más cerca de aquí que las zonas donde habitan los indígenas, y creo que la situación económicamente precaria de Argentina hace que estos trabajadores vengan de cualquier forma a trabajar aquí.
Están viniendo solo con la visa de turista. Es una situación que se presta para abusos, así que como sindicato, como federación y como fiscalización del Ministerio del Trabajo tenemos que estar muy atentos a esto para impedirlo.
Ahora mismo están por llegar inspectores de la Comisión de Derechos Humanos, del Ministerio Público del Trabajo y también de FUNAI de Mato Grosso do Sul para que iniciemos hoy por la tarde una visita a todos los cultivos aquí de Vacaría.
—Antes era lo contrario: los trabajadores brasileños se iban a trabajar a Argentina.
—Aquí en la región de la Sierra de la Gran Caxias, han venido muchos argentinos para la cosecha de la uva. Inclusive han sido rescatados varios con trabajo análogo a esclavo. Estaban alojados muy mal, tenemos fotos. Una barbarie.
Los trabajadores son menos cuidados que un tractor.
—¿Cuáles son las principales carencias en seguridad laboral para los trabajadores rurales?
—Son muchas, y por eso a menudo el trabajador queda expuesto a riesgos diversos. Por ejemplo, están trabajando en el cultivo y fumigan desde arriba. Ahí no hay forma de que el trabajador se proteja.
Otro de nuestros problemas aquí es que el trabajador entra en las áreas después de la pulverización. Se fumiga y ya se entra en las áreas de servicio sin esperar el llamado “tiempo de carencia” de 24 o 48 horas.
Esta es la gran queja de los trabajadores. Que apenas aplicaron el veneno, el agrotóxico, el patrón les ordena trabajar sin esperar el tiempo de carencia recomendado. Y en general tienen que entrar sin protección.
Éste es uno de los principales problemas que hemos detectado, y hemos notado un número elevado de trabajadores con síntomas de intoxicación.
—¿Cuáles son los cultivos más fumigados en esta zona?
—El uso intensivo de agroquímicos tiene como referencia fundamental el cultivo de los transgénicos, sobre todo de la soja. En Río Grande del Sur especialmente.
La soja es la campeona en utilización de agrotóxicos. Le sigue el maíz, y en esta zona también la fruticulura que emplea muchos agroquímicos como el 2-4-D y otros que son extremadamente perjudiciales, pero el glifosato es el más usado en Brasil.
Tenemos algunos datos que dicen que por cada brasileño se utilizan alrededor de 8 litros de agroquímicos por año. Entonces, imagina la población de Brasil, 211 millones, utilizando 8 litros de agroquímicos por persona, son 1.688 millones de litros de agrotóxicos lo que se esparce cada año en el suelo brasileño.
Es una locura. Es una locura —repite Sérgio tratando de ponerle mentalmente una imagen a esa cantidad de veneno.
—Un diluvio de agrotóxicos…
—Tenemos que colocar todo esto en un contexto general, porque además de la salud de los trabajadores, se afecta el ambiente, y eso abarca todo: el agua, los bosques, la fauna, la flora, en fin, todo.
Cuando era joven andaba por estos campos y veía un montón de especies de aves y plantas. Hoy no se ve nada más que soja. Acabaron con todo.
—¿Y qué pasa en la producción frutícola?
—Brasil produce muchísima fruta, y bien diversificada. Aquí en el sur son frutas de clima más frío que en el norte, como manzana, uva, y todo el sector depende mucho de la aplicación de agrotóxicos.
Para poner un ejemplo, según como se presente el año, la manzana recibe unas 50 aplicaciones de agroquímicos.
La semana pasada estaba visitando un predio y el técnico agrónomo comentó que tendrían que hacer una fumigación porque amenazaba lluvia. Pero cuando para la lluvia también aplican agrotóxico. Eso afecta a los trabajadores, claro, al ambiente y a la propia fruta que consumimos.
En el Nordeste se produce uva todo el año, pero a fuerza de químicos, Incluso la banana, se aplican agrotóxicos para que sea más grande, o tenga mejor color, etcétera.
Cuando vamos a la góndola del supermercado nos dejamos engañar eligiendo la fruta que tiene apariencia más bonita, sin saber que es la que recibió más agrotóxicos.
—¿Cómo podría cambiarse esta situación?
—Nuestro trabajo, además de velar por la protección de la salud de trabajadoras y trabajadores en los predios y cultivos, es hacernos oír para lograr que el gobierno establezca límites a estos productos.
Por ejemplo, en Brasil no se aplican impuestos a los agrotóxicos, y debería hacerse ya que generan daños que es necesario reparar y eso es dinero.
También se deben establecer políticas a nivel del gobierno federal y de los estaduales de promoción y apoyo a la agricultura orgánica. Y reglamentar y controlar la venta y uso de agrotóxicos que actualmente son de venta libre.
Cualquier persona puede ir a un comercio y comprar el químico que quiera sin tener una orden de un agrónomo. No queda registrado a quién se le vendió.
Hasta he comprobado que hay vendedores ambulantes que llegan a las casas de los productores con camionetas cargadas de agrotóxicos.
Sin la decidida acción política de un gobierno esto es muy difícil de revertir.