¿Trabajadores o gladiadores?
Un estudio científico advierte que, durante el próximo Mundial de 2026, que tendrá lugar en América del Norte, “Los futbolistas corren un riesgo muy alto de sufrir estrés térmico extremo” en virtud de las altas temperaturas que imperan en varias zonas durante el verano de ese continente.
Carlos Amorín
23 | 1 | 2025
Imagen: Caron Club
Las conocidas como “bombas de calor”, son denunciadas desde hace años por organizaciones sindicales de trabajadores agrícolas de esa región. Esta vez, el glamur del fútbol les da visibilidad.
El fútbol —que otrora fue un deporte— se ha mercantilizado al punto de transformarlo en una versión contemporánea del Circo Romano, con numerosos Coliseos esparcidos por todo el mundo. Los jugadores, claro está, son los nuevos gladiadores que se enfrentan sobre el verde césped ante supuestas aficiones que, enajenadas, vociferan y desean la extinción del antes rival, hoy enemigo.
Sometidos a ritmos de entrenamiento casi inhumanos física y emocionalmente, los jugadores de élite tienen por lo menos el consuelo de un salario a menudo astronómico, pero estos sólo representan el 0,01 % de los futbolistas del mundo, quienes, cuando tienen suerte, ganan lo mismo que un trabajador especializado.
Esta información que ha dado la vuelta al mundo y ha sido retomada por la mayoría de los medios, nos recuerda que el verdadero drama ocurre cada día en los campos agrícolas de esas y otras regiones, donde la temperatura se incrementa cada vez más al influjo del cambio climático. Hace pocos meses, en esta página, se publicaba información al respecto.
El Centro Nacional para la Salud del Trabajador Agrícola (NCFH por sus siglas en inglés) estima que en Estados Unidos hay aproximadamente 2,9 millones de trabajadores en ese sector.
Se reconoce que esta cifra es parcial, ya que entre los llamados “espaldas mojadas” hay una gran cantidad de indocumentados que se encuentran fuera de cualquier radar.
La categoría es especialmente vulnerable por la casi nula protección legal y por el temor de muchos trabajadores y trabajadoras que no reclaman sus derechos para no arriesgar sus empleos. Las jornadas extenuantes bajo temperaturas extremas ya son un problema grave para su salud, pero el cambio climático aumenta exponencialmente ese riesgo.
“En los países de Sudamérica el aumento del número de muertes relacionadas al calor se ha incrementado en 160% solamente entre los períodos de 2017-2021, y 2000-2004”, afirmó la doctora peruana Stella M. Hartinger durante la presentación del Informe de 2022 del proyecto Lancet Countdown Sudamérica sobre salud y cambio climático.
“Los efectos adversos se están acelerando y afectan de manera desproporcionada a las poblaciones vulnerables, tendencia que no hará más que continuar si no tomamos medidas inmediatas”, advirtió la directora de este proyecto realizado entre 21 instituciones y firmado por 28 investigadores que recopilaron información de 12 países (Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Uruguay, Venezuela, y Surinam).
En los países sudamericanos donde más ha crecido el indicador de muertes por calor en comparación con el año 2000 son Ecuador (1.477%), Guyana (328%), y Chile (225%). Esto también impacta en una reducción de la productividad laboral. Trabajar en el calor se ha vuelto tan imposible que la pérdida potencial asociada a esta baja de productividad solo en 2021 fue equivalente a 22.000 millones de dólares.
Un informe reciente de la OIT estima que cerca de 2.400 millones de trabajadores, lo que representa más del 70 por ciento de la población activa mundial, podrían estar expuestos a un calor excesivo en su lugar de trabajo. “Pero, —se pregunta el informe— ¿cuál es el impacto real del estrés térmico en nuestra salud? ¿Y cómo podemos hacer que nuestros lugares de trabajo sean más seguros ante este desafío?”
Esta masacre cotidiana del trabajo agrícola ocurre sin circo, sin televisión, sin espectadores histerizados. Ocurre en los cultivos del mundo donde la esperanza en un futuro mejor, pero sobre todo la necesidad y el hambre empujan a miles de seres humanos a soportar las condiciones más duras de trabajo para llevar el pan a sus familias.
Esos trabajadores mediáticos que son los actuales futbolistas de élite quizás consigan atenuar su sacrificio. El nuevo César, la FIFA, seguramente no desea arruinar su gallina de los huevos de oro mostrando imágenes penosas de deportistas sufriendo, enfermando —o algo peor— en vivo y en directo a todo el planeta.
Es nuestra tarea y responsabilidad apoyar y sostener la lucha de las trabajadoras y trabajadores agrícolas para que logren el respeto y cuidado de su integridad física, para que todas y todos podamos gritar, entonces sí, un verdadero goooool!!!!!