Golpistas de alto vuelo a la cárcel
año brasileño
Un plan de 2022 para asesinar al entonces presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva, a su compañero de fórmula y actual vicepresidente Geraldo Alckmin y al integrante del Supremo Tribunal Federal Alexander de Moraes condujo a la cárcel a varios altos oficiales militares y policiales.
Daniel Gatti
2 | 12 | 2024
Foto: Gerardo Iglesias
“Esa es la gran novedad de lo sucedido, que hayan sido detenidos altos oficiales. Hasta ahora era gente de bajo rango la que marchaba presa”, dijo a La Rel nuestro asesor Jair Krischke, presidente del Movimiento de Justicia y Derechos Humanos de Brasil.
El plan fue ideado por Mario Fernandes, un general retirado muy allegado al ex presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, y el propio ex mandatario estaba al tanto de la trama y la aprobó, según la investigación policial.
Por ahora los detenidos son cinco, cuatro militares y un policía, pero los acusados son 37, entre ellos el propio Bolsonaro, así como un almirante y ocho generales, incluido el comandante de un cuartel ubicado muy cerca de Brasilia.
El objetivo manifiesto de la conspiración, en la que estaban involucrados los llamados “kid pretos”, un cuerpo especial del ejército, era dar un golpe de Estado e instalar en el país un gobierno provisorio integrado por militares.
De acuerdo a la investigación, el plan golpista fue pergeñado dentro mismo del Palacio de Planalto ─sede del gobiernoꟷ y si no se concretó fue porque los jefes del Ejército y la Fuerza Aérea rechazaron sumarse.
“Los militares y los policías implicados son todos tipos altamente entrenados, muchos de ellos con experiencia en la Minustah”, la antigua misión de paz de Naciones Unidas en Haití, “una verdadera fuerza de ocupación” del empobrecido país caribeño, señala Jair.
La trama, de la que había indicios dispersos, comenzó a armarse a partir de revelaciones de un ex edecán de Bolsonaro, el teniente coronel Mauro Cid, que habló con los investigadores por un acuerdo de “delación premiada” que le significaría una reducción de pena.
Dos años le llevó a la Policía Federal hacerse una composición de lugar acabada.
Cid dijo mucha cosa, pero muchas otras se las guardó, según una pericia a su teléfono celular ordenada por la justicia que podría poner en peligro el acuerdo que lo benefició.
El plan desbaratado ahora no es el primero descubierto en Brasil en los últimos años para instalar una dictadura (basta citar la asonada inspirada por el propio Bolsonaro para impedir la asunción de Lula a comienzos de 2023, cuya investigación está por concluir) ni por supuesto el primero que persigue los mismos fines en esta región del planeta.
Pero el número de implicados, acusados de intento de golpe de Estado, abolición del Estado democrático de derecho y asociación criminal, es muy elevado y el asunto le pega directo al mentón a Bolsonaro.
“Los detalles son muy impresionantes. La forma en que pensaban asesinar a Lula, Alckim y De Moraes, por ejemplo”, por envenenamiento o atentados con explosivos, dice Krischke.
El presidente del MJDH destacó en especial la figura de Alexander de Moraes.
“Un hombre muy interesante. Tiene una sólida formación jurídica y sobre todo mucho coraje, porque se ha metido en causas muy gordas”, entre ellas una contra el multimillonario sudafricano-estadounidense Elon Musk, propietario de la red social X.
“A pesar de que su actuación le ha trastocado la vida (vive separado de su familia, rodeado de guardaespaldas de la policía militar de Sao Paulo) De Moraes se sigue metiendo en cosas pesadas”, dice admirativo Jair.
“Siempre dije que no era necesario meter presos a todos los militares para que el castillo de naipes que armaron se derrumbara. Bastaba con uno. El resto hablaría, porque se mueren de miedo. Lo que está sucediendo ahora así lo demuestra”.