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Unilever “proletaria”

Ya nada sorprende, ya nada se respeta

Gerardo Iglesias

12 | 9 | 2024


Imagen: Allan McDonald

Desde hace un buen tiempo la transnacional anglo-holandesa —que este año cumplirá 28 en Ecuador— decidió crear una organización solidarista, es decir un espacio pluriclasista y desproletarizado, al mejor estilo costarricense. Este antídoto antisindical fue bautizado Asociación de Empleados de Unilever Andina (ASEUL).

Desde la Rel UITA lo definimos como “El club de amigos de Unilever”, que despliega dinámicas sofisticadas de apología antisindical.

La transnacional instrumentaliza este ámbito para mostrar la existencia de un ambiente amigable, donde predomina la armonía laboral y la paz social.

Me imagino las consignas de la catequesis y el porrismo corporativista: “Somos el Team Unilever”; “Somos familia”; “Bienvenidos a este Reino, la paz sea con vosotros…”. Vaya uno a saber.

Detrás de esa fachada de tenor cuasi evangélico, se esconde una opción organizativa destinada a encapsular las demandas laborales.

En los años 1990, Gustavo Blanco, querido sociólogo costarricense y director de ASEPROLA*, lo definía de esta manera: “El solidarismo o el sindicato visitado por las empresas”.

El objetivo es claro: “que la clase trabajadora acepte como suya la concepción empresarial de paz social (armonía antes que lucha), de justicia (concesión ordenada antes que demanda), paz laboral (negociación antes que medidas de presión), desarrollo (aumento de la productividad y ahorro antes que conquistas laborales)”, sostiene Blanco.

Un comité a la medida

En Ecuador para negociar un contrato colectivo se necesita la adhesión del 50 por ciento más uno de la plantilla de trabajadores y trabajadoras.

En la compañía hay tres sindicatos. Las razones de esta dispersión son múltiples. ASEUL tiene su cuota importante en ello, al hacer uso de su influencia política y poder de manipulación.

Desde esa usina ideológica, además, se coacciona y amedrenta a “los torcidos” que optan por cerrar filas con el sindicato.

A pesar de las continuas sesiones de lavado cerebral y la parafernalia marketinera para aplacar los intereses de clase, es evidente la disconformidad de la gente, máxime con el reciente anuncio del recorte de 7.500 empleos del sector helados, con lo cual Unilever pretende ahorrar unos 800 millones de dólares.

Ecuador, por supuesto, está en el listado de la “motosierra” global.

Los próximos despidos se sumarán a los 85 trabajadores desafectados sin aviso previo —entre ellos cinco directivos sindicales— en noviembre de 2022.

El sincretismo empresarial

Unilever sale ahora con una nueva idea espectral: transfigurar a ASEUL en un comité de empresa, el CETUL.

“¿Sabías que tienes el derecho de formar parte de un comité que represente y proteja tus derechos laborales? CETUL está aquí para ti. ¡Unete! Este comité es tu voz para negociar mejores condiciones laborales y defender tus derechos. Tu participación es clave. ¡Contamos contigo!”, se lee en las octavillas que circulan por doquier.

Ahora los trabajadores y trabajadoras pueden dormir tranquilos, que llegará CETUL para defenderlos. Un superhéroe de Marvel, al servicio del proletariado y el trabajo decente, con sede en Londres.

El descaro de esta gente no tiene límites. Es el gato diciendo que defenderá al ratón que fue tragado y yace muerto en su estómago.


*Asociación de Servicios de Promoción Laboral.