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Con Leandro Carvalho

En los frigoríficos brasileños hay una fuga de amoníaco cada 17 días

Gerardo Iglesias

6 | 8 | 2024


Leandro Carvalho | Foto: Gerardo Iglesias

Farmacéutico en el Laboratorio de Toxicología del CEST Fiocruz, Leandro Carvalho fue uno de los ponentes del Seminario Nacional de Salud y Trabajo en el sector de Alimentación de la Confederación de Trabajadores de la Alimentación (CONTAC/CUT) y la Rel UITA, que se llevó a cabo los días 25 y 26 de julio en Chapecó.

Durante su charla, se presentaron datos alarmantes sobre accidentes con fugas de amoníaco y el desdén de una industria que, aunque cada vez mayor, muestra poco interés por la vida de sus trabajadores.

—¿Cómo se explica que, en una industria de tal tamaño, tanto a nivel local como mundial, ocurran este tipo de accidentes con tanta frecuencia?
—Realmente son datos alarmantes y que pueden ser evitados o al menos minimizados porque la industria frigorífica brasileña cuenta con los recursos suficientes para realizar un mantenimiento adecuado de sus unidades o para cambiar el sistema de refrigeración.

Pero se trata de la lógica capitalista que estamos cansados de ver en todo el mundo: el lucro por encima de todo. No tomar las debidas medidas de salud y seguridad para los trabajadores que terminan siendo descartables.

Las empresas prefieren que ocurra un accidente, que la vida de seres humanos esté en riesgo, antes que invertir en mejores condiciones de seguridad para sus frigoríficos.

Prevención y control

—El problema es tan grave que tu charla fue específica sobre el amoníaco…
—Sí, hay algo que me llama mucho la atención acerca del amoníaco y es el riesgo para los trabajadores porque, en general, según estudios aquí en Brasil, los accidentes que involucran fugas de amoníaco siempre resultan en una exposición aguda.

Y si profundizamos en los estudios sobre accidentes con agentes químicos que afectan a los operarios en todo el país y también en el mundo, notamos que se ha logrado una reducción visible en la exposición de los trabajadores a estas sustancias, incluso en casos de accidentes, cuando se mejoraron los sistemas de prevención y control.

Se ha logrado una reducción gradual de los niveles de exposición, pero el amoníaco parece ir en sentido contrario en este aspecto.

Cuando estudiamos estos casos, la exposición de los trabajadores a este gas es aguda en la mayoría de los accidentes.

Es decir, una sustancia absolutamente tóxica, porque el amoníaco es corrosivo y, tan pronto como una persona entra en contacto con él, tendrá consecuencias muy graves para su salud, y eso es lo más preocupante en el escenario brasileño.

—¿Y existe una forma de solucionar este problema?
—Sí, existe. Las empresas tienen que invertir en seguridad, en prevención, en mantenimiento adecuado.

El uso de amoníaco se justifica históricamente porque reemplazó a los CFCs que dañaban la capa de ozono y porque es una sustancia barata, pero podría ser sustituida por otros sistemas de refrigeración con glicol, que es más caro, pero sería una opción. De hecho, existen unidades más modernas que ya utilizan ese sistema.

También hay plantas más nuevas que, aunque continúan utilizando amoníaco, tienen un sistema de seguridad con detectores adecuados, con una estructura de ingeniería correcta.

Sin protocolo de emergencia

—También percibo una falta total de preparación de los trabajadores para cuando ocurren estos accidentes.
—Desafortunadamente, observamos que en el ámbito de la seguridad, sea cual sea, Brasil está poco preparado en general. Se espera a que ocurra un accidente para después ver qué hacer.

Los accidentes con amoníaco, con la frecuencia con que están sucediendo, deberían tener un plan de emergencia, un protocolo de acción y entrenamientos cotidianos para que tanto los trabajadores como el equipo de seguridad sepan cómo actuar. Eso sería lo ideal, pero todavía está muy frágil.

Suceden accidentes todo el tiempo y nada cambia

—Se percibe desde fuera que, aunque ocurren tantos accidentes de fuga de amoníaco, nada cambia ni mejora…
—Empecé a estudiar los casos de intoxicación con amoníaco recientemente y eso que mencionas es lo que me llamó mucho la atención. Porque cuando hay una repetición de accidentes con fugas de un gas tan tóxico, generalmente el mercado se adapta para evitar que eso ocurra, pero con amoníaco ocurre lo contrario.

Están ocurriendo accidentes todo el tiempo y nada cambia. Al menos dos o tres veces al mes recibo noticias de una fuga de amoníaco con exposición aguda de trabajadores, y lo peor es que hay casos en los que mueren personas.

Es como si estuviera sucediendo algo que no afecta en nada a la producción porque en estas empresas todo sigue igual como si fuera una simple fuga de agua donde solo hay que cerrar la llave.

Esto demuestra el completo desdén de esta industria por la vida de sus operarios.