SOBERANÍA ALIMENTARIA

Adiós a la leche

El avance de las importaciones y la desidia del gobierno
Adiós a la leche
Veinte años de la política de apertura económica, profundizada con la firma de los tratados de libre comercio, han afectado de manera grave la producción agropecuaria nacional. La leche, un alimento de insustituible importancia para los colombianos, no escapa tampoco a tan nefasto destino sin que al gobierno de turno le importe afectar el trabajo y el estado nutricional de sus nacionales, por defender  intereses económicos extranjeros.
En la cuerda floja 400 mil pequeños y
medianos ganaderos
 
La producción de leche en nuestro país, a pesar de ser el alimento más completo e insustituible para el ser humano debido a sus características nutricionales, hoy se encuentra seriamente amenazada.
 
Los 6.500 millones de litros producidos al año abastecen la demanda nacional, pero la profundización de la política de apertura económica con la firma de los tratados de libre comercio (TLC), que permiten masivas importaciones de leche en polvo y lactosuero, llevan a la ruina a los más de 400 mil pequeños y medianos ganaderos.
 
Con la segunda leche más costosa de América Latina  y con el ridículo apoyo estatal otorgado, comparado con los billonarios apoyos y subsidios que reciben los productores estadounidenses y europeos, el sector lácteo colombiano no tiene la más mínima posibilidad de competir en el mercado internacional.
 
Desde 1979 cuando la producción era de 2.000 millones de litros/año, hasta 2012, la producción de leche ha tenido un crecimiento del 3,5 por ciento anual.
 
Este importante incremento se ha logrado por el continuo aumento del área dedicada a la ganadería, donde se han refugiado los agricultores que fueron arrasados por las importaciones de trigo, cebada, sorgo, maíz, algodón, soya, ecetera. A la lechería también llegaron cafeteros acosados por los precios, la roya y la broca, y por paneleros al borde de la miseria, que prefirieron sembrar pasto a sus fincas.
 
Los ganaderos también hemos hecho un importante aporte al desarrollo del sector, asimilando los avances tecnológicos, agronómicos y genéticos, que han permitido una mejoría sustancial de nuestros hatos.
 
El camino hacia el abismo
 
Las importaciones de leche en polvo, entre 2003 y 2007 no superaron las 300 toneladas, y entre 2008 a 2011 fueron inferiores a las 2.000 toneladas en promedio;  la producción nacional fue suficiente y oportuna para abastecer el mercado interno.
 
La leche gozaba aún de algunas protecciones arancelarias y se requería licencia previa para su importación. Con la eliminación de estas restricciones exigidas en las firmas de los TLC en 2011 entraron 7.700 toneladas y el año pasado 33.097.
 
Con la llegada al  mercado nacional de significativas cantidades de leche en polvo producida en otras naciones, se desata la peor crisis del sector lácteo en su historia.
 
Se cierran plantas pulverizadoras, las empresas pasteurizadoras, fábricas de queso y quesillo dejan de recibir leche o la reciben día de por medio, apelan al pico y placa para el acopio, hacen rotación de rutas y aplican medidas rigurosas de calidad para rechazarla.
 
Con la “enlechada” generalizada, a los ganaderos se le disminuye el precio del litro de leche de manera dramática, al punto que hoy recibimos el mismo precio del año 1999 haciéndose inviable nuestra actividad.
 
En 2013, a los contingentes asignados a Bolivia, Ecuador, Canadá, Estados Unidos, Argentina y Chile, se le agrega lo otorgado a la Unión Europea, con lo que podrían ingresar al país cerca de 50 mil toneladas de leche en polvo, lo que agravaría la situación de la producción nacional.
 
El alza en la cotización de la leche en el mercado internacional a causa del prolongado verano en Nueva Zelanda y Oceanía y el incremento de los precios de los concentrados en Estados Unidos, sugieren que esas naciones no harán uso de las cuotas autorizadas para 2013, pero ya la transnaiconal  Fonterra, que coloca la mayor cantidad de leche en el mercado internacional, anuncia la recuperación de su acopio por lo que se  puede vaticinar que para el próximo año se superará el cupo del presente, prolongando así las dificultades que se profundizarán si se concreta el TLC anunciado con el primer país exportador mundial lácteo, como es Nueva Zelanda.
 
Por otro lado los ganaderos colombianos debemos soportar altísimos costos de producción sobre los que no hay ningún control por parte del Gobierno. Los precios de los concentrados no reflejan las variaciones del precio internacional del maíz, el sorgo y la soya.
 
Mientras las cotizaciones de estos bajan en el mercado, los precios al productor lácteo continúan estáticos o tienden al incremento; ocurre otro tanto con el fósforo y el potasio, elementos básicos en la mezcla para preparar las sales, cuyo suministro es básico en la dieta de los bovinos; disminuyen la cotización y esta disminución no es trasladada al ganadero; la urea ha llegado a valer un 80 por ciento más que en los países con quienes deberíamos competir; caso similar son los del fosfato diamónico (35 por ciento) y el cloruro de potasio (40 por ciento) ingredientes básicos de los fertilizantes.
 
El kilovatio/hora de energía eléctrica industrial en Estados Unidos vale 7 centavos de dólar, en la Unión Europea 8, en Chile 7 y en Perú 6; en Colombia vale 10; la residencial para estrato 6 vale 10 centavos acá, en Estados Unidos 11 y en Europa 12.
 
Los combustibles son los más caros de América Latina y con la droga veterinaria sucede lo mismo que con la droga humana, su valor es más elevado que en los países vecinos.
 
A las desmedidas importaciones y los altos costos de producción, los ganaderos colombianos debemos además enfrentarnos a los subsidios que se otorgan en los Estados con quienes supuestamente debemos competir.
 
La Unión Europea entrega 180 billones de pesos al año al sector agropecuario, 158 veces más que el Estado colombiano y Estados Unidos otorga US$ 192.000 millones al año, mientras en Colombia el sector recibe US$ 596 millones.
 
Menos tambos, menos productores,
menos cultura y más pobreza
 
México en 16 años de TLC desaparecieron 2 de cada 3 ganaderos. De 180 mil que había en 1982 hoy sobreviven 30 mil.
 
Chile en 1980 había 25 mil y hoy laboran 12 mil.
 
Argentina en 1980 tenía  45 mil, en 2011 permanecían 11.500 y el año pasado salieron del sector 5.5 ganaderos semanales, hoy resisten 10.500.
 
Uruguay en 2010 había 4.600, en 2012 desertaron dos semanalmente y hoy tan solo ordeñan sus vacas 3.119.
 
En Colombia desaparecerán 18.000 ganaderos anualmente generando un alto grado de concentración de la producción, como ha sucedido en los países señalados y como sucedió en la Unión Europea.
 
A la par con la acelerada concentración de la producción, en la agresiva disputa de las multinacionales lácteas por los mercados, se ha originado un continuo proceso de concentración del procesamiento de la leche, donde las empresas fijan todas las condiciones de recibo amparadas en las normas y decretos expedidos a su medida quedando productores sin ningún poder de negociación.
 

En Chile, Colun, Soprole y Nestlé controlan el 60 por ciento del mercado.

En México, Lala controla el 50 por ciento.

En Perú el Grupo Gloria el 50 por ciento.

En Nueva Zelanda, Fonterra el 95 por ciento.

 
En Colombia las transnacionales Alpina, Danone, Algarra y Parmalat, que acaparan la mayor porción del mercado nacional, están poniendo en dificultades a la productora nacional Colanta, cuyo gerente ha denunciado que alguna de esas multinacionales mezcla en su producto la leche en polvo y el lactosuero importados.
 
La ganadería colombiana es hoy una víctima más de la bancarrota general por la que pasa el sector agropecuario y junto con los cafeteros, paperos, cacaoteros, cebolleros, cerealeros, arroceros, fruticultores, etc, los productores de leche nos vinculamos a la resistencia contra la política de 20 años de apertura económica (profundizados durante los gobiernos de Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos) que ha llevado a todo el sector agropecuario a tan lamentable desastre.
 
Cientos de productores boyacenses, nariñenses, cundinamarqueses y del Magdalena Medio participamos de manera decidida en el Gran Paro Nacional Agropecuario del pasado 19 de agosto, que rubricó como primer punto de su programa de lucha el rechazo a los TLC, la disminución de los costos de los insumos y solución a las deudas contraídas por los productores con la banca estatal y privada.
 
Dignidad Agropecuaria Nacional, agrupa a los diferentes sectores organizados en diversas “Dignidades” y hace seguimiento a la concreción de los acuerdos firmados con el gobierno nacional.
El 25 de septiembre le envió una carta al presidente expresándole inconformidad por el “carameleo” oficial a la expedición de los decretos y salvaguardias acordados y a  la presentación con urgencia de las leyes necesarias para ratificar los alivios crediticios pactados y los subsidios convenidos.
 
El gobierno de Juan Manuel Santos ha demostrado en múltiples ocasiones que no cumple con la palabra empeñada, por lo tanto Dignidad Agropecuaria Nacional estará atenta para asumir las decisiones necesarias para continuar en la patriótica lucha de defensa del sector agropecuario nacional.
 
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Foto: Gerardo Iglesias