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La verdad sobre la masacre de Napalpí

Por indígenas y por huelguistas

Invitados por la UATRE participamos del relanzamiento del libro de Pedro Jorge Solans “Crímenes en sangre”, que aborda lo sucedido en 1924 en el paraje Napalpí, en Chaco, donde cientos de peones rurales y sus familias enteras fueron asesinados por la policía por negarse a trabajar por nada, porque sí nomás.

Gerardo Iglesias

24 | 5 | 2024


Pedro Jorge Solans (autor del libro “Crímenes de Sangre”) y José Voytenco, secretario general de la UATRE | Foto: Nelson Godoy

“Previamente a la masacre en Napalpí los aborígenes se amontonaban para el reclamo. Les pagaban muy poco en el obraje,
por los postes, por la leña y por la cosecha de algodón. No le daban
plata. Sólo mercadería para la olla grande donde todos comían. Por
eso se reunieron y reclamaron a los administradores y a los patrones.
Y se enojaron los administradores y el Gobernador.”
(Melitona Enrique)

El 19 de julio de 1924 cientos de personas de los pueblos originarios Tobas y Moqoit fueron asesinados por la policía chaqueña y grupos paramilitares al servicio de los estancieros regionales.

El periódico La Voz del Chaco publicó dos días después que se trató de un enfrentamiento entre indígenas en el campamento de Aguará y que luego la calma reinó.

Acorralados por el hambre y la explotación sin freno los peones rurales intentaron migrar a los ingenios azucareros de Salta y Jujuy, pero el gobernador del Territorio Nacional del Chaco, Fernando Centeno, lo prohibió.

Los habitantes de las comunidades indígenas se atrincheraron en las montañas cercanas como forma de huelga.

“El 19 de julio de 1924, un avión biplano Curtiss JN-90, conocido como el Chaco II, sobrevoló la zona arrojando comida y caramelos. En el momento que los indígenas salieron a recogerlos, poco más de 130 policías y terratenientes dispararon y golpearon con machetes a familias enteras por oponerse a su trabajo en las plantaciones de algodón a cambio de ropa y vales, que no podían convertirse en dinero” (Infojus Noticias).

Según el antropólogo Héctor Hugo Trinchero, “se asesinó a 423 habitantes: a los hombres se les mutiló o se les decapitó para colgar luego su cuerpo, mientras que las mujeres fueron violadas sexualmente. A aquellos que huyeron, se les persiguió por la serranía, pues no se pretendía dejar testigos. Afortunadamente, se estima que 38 niños y 15 adultos escaparon”.

El ayer y el hoy

Ante un público expectante el autor Pedro Jorge Solans dijo: “A los ingleses les servía nuestro algodón y mano de obra barata, esclavizada, la que se quiere hoy con el actual gobierno en Argentina que seamos pobres, esclavos, que veamos la panacea a lo lejos, dentro de 50 o 70 años. Por eso es muy oportuno hablar sobre la masacre de Napalpí”.

Como el Estado no hará nada para recordar los cien años de la masacre, “un grupo de artistas, junto con la editorial Sudestada, recorreremos el país contando lo acontecido en Napalpí. Lo que quieren ahora se asemeja a lo que pasaron los aborígenes cosecheros”, dijo.

Y afirmó a aquellos trabajadores y sus familias no los asesinaron por indígenas sino “porque fueron huelguistas, porque fueron trabajadores rurales que quisieron, nada más y nada menos, que comer”.

“Esto tiene que hacernos reflexionar sobre los espejitos de colores que nos muestran hoy para quitarnos la comida, la enseñanza pública, la salud pública, los derechos del movimiento obrero. Reivindicamos a las organizaciones que luchan no solamente por los trabajadores urbanos, sino también las que están en el Chaco profundo de nuestra Argentina profunda, como la UATRE”.

Enfrentar el olvido

José Voytenco, secretario general de la UATRE, agradeció la presencia de Solans: “Te agradezco que vengas a Buenos Aires para que no se olvide ese crimen de lesa humanidad. Trabajadores rurales que fueron asesinados por negarse a trabajar exigiendo mejores pagas. No debemos olvidar que los mataron como animales, que los enterraron en una fosa común, arrasaron la comunidad: hombres, mujeres, niños, ancianos”.

Quedó una sobreviviente que Pedro rememora, Melitona (Enrique), destacó Voytenco.

Y remató: “Le decía a Pedro que estos hechos hay que quitarlos del olvido, porque marcan un punto de nuestra historia muy sangrienta y con un costo social muy alto para nosotros como chaqueños.

Esperamos que se haga justicia, que las victimas sean reconocidas y este libro contribuye mucho en este sentido”.

Fotos: Nelson Godoy