-¿Cuándo fue constituido el sindicato?
-En 2009 en Lima. Estamos afiliadas a la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) y en 2011 fuimos cofundadoras de la Federación Nacional de Trabajadores del Hogar, que agrupa más de 14 sindicatos a nivel nacional.
-¿Cuántas afiliadas tienen?
-En Lima tenemos 675, y a nivel nacional contamos con más de 2.300. En Perú se calcula que hay 400.000 trabajadoras del hogar.
-¿Cuál es el perfil de esas trabajadoras?
-En su inmensa mayoría son jóvenes, provenientes del interior del país, con pocos estudios y necesitadas de un soporte económico para su familia.
En nuestro sindicato tenemos también siete hombres afiliados, generalmente contratados para la limpieza de vidrios en predios altos. Normalmente nosotras no hacemos ese trabajo, porque es peligroso.
-Una importante presencia de mujeres indígenas…
-Sí, hay bastante gente que viene de la Amazonía y es muy fácil contratarlas en Lima porque son las que más desconocen sus derechos y, por lo tanto, las más explotadas. Vienen de muy lejos a una gran ciudad, totalmente desprotegidas y dispuestas, por la situación de pobreza y vulnerabilidad, a soportar cualquier desplante y condiciones de trabajo.
-En tu caso, ¿fuiste o eres empleada del hogar?
-Lo fui por muchos años. Trabajé para un diplomático, y sufrí acoso sexual y maltrato verbal y psicológico. Cuando salí de esa casa, el diplomático no me quiso pagar, pero utilicé mecanismos para defenderme y generar pruebas para que me indemnizaran.
De joven trabajé y estudié secretariado, pero cuando empezó la época del terrorismo volaron todos los negocios.
-¿Literalmente hablando?
-Sí, no hubo lugar donde Sendero Luminoso allá donde trabajaba no pusiera una bomba. Así que me quedé sin empleo de la noche a la mañana, con una hija pequeña y siendo madre soltera. Fue ahí que empecé a trabajar en las casas.
Ahora soy dirigente del sindicato, estoy encargada de la asistencia legal, trabajo con el abogado.
-¿Cuáles son las dificultades que afronta una trabajadora del hogar?
-El exceso de trabajo. La constitución y las leyes dicen que son 8 horas, pero en realidad trabajan 12 en promedio.
También la alimentación. No siempre nos dan la comida que comen los empleadores. Y los cuartos de servicio son extremadamente pequeños. No podemos dejar ni nuestras ropas, porque además sirven de almacén, de depósitos: allí los empleadores envían todas las cosas que no sirven.
Entre lo más grave se cuenta la violencia sexual. Y está el tema de la trata: muchas mujeres vienen de provincia con la promesa de trabajo y salario y terminan siendo explotadas sexualmente.
Muchas no logran salir de esa condición.
A otras, cuando llegan a 60 años las despiden y ya no hay derechos para ellas y acaban en asilos. En asociación con la Defensoría del Pueblo, el sindicato ha conseguido que les paguen una indemnización y que les den un hogar donde vivir.
-El respaldo de la CGTP es muy importante…
-Sí, la Central está buscando ahora, por ejemplo, la ratificación del Convenio 189 de la OIT, poniéndolo en la agenda laboral, y en alianza con el Ministerio del Trabajo se han formado mesas de trabajadoras del hogar. Aunque no se cumple todo, en algo se avanza.
-¿Articulan además capacidades y labores con el Centro Feminista Flora Tristán?
-Sí. “Las Floras” – así les decimos con mucho cariño– presta atención a las mujeres abandonadas o maltratadas y tiene una asesoría legal, recibimos capacitación, salimos en las marchas de defensa de las mujeres, participamos en todas sus campañas.
-¿Qué te pareció este encuentro?
-Muy acertado. En algunos países no se ha ratificado aún el convenio, pero las trabajadoras siguen luchando por lograr mejoras y reuniones así son muy enriquecedoras.