Huelga transnacional en Tesla
Una de las empresas estrella del magnate Elon Musk, la fabricante de autos eléctricos Tesla, está enfrentando en Europa una huelga histórica, que se inició en Suecia y se extendió a Dinamarca y Noruega.
Daniel Gatti
11 | 12 | 2023
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Foto: Johan Nilsson | TT
El movimiento comenzó a fines de octubre, cuando un grupo de alrededor de 130 mecánicos suecos de la compañía estadounidense decidieron cesar el trabajo porque Tesla se negaba a firmar un convenio colectivo.
Ni salario mínimo, ni horarios fijos: para la dirección de la constructora de automóviles propiedad de un magnate que no oculta su aversión por los sindicatos, ese tipo de reivindicaciones no eran de recibo.
Pero Suecia tiene una tradición sindical muy fuerte, que aún pesa en las memorias de los trabajadores a pesar de que, allí también, el avance de la extrema derecha ha erosionado derechos.
La huelga prendió, y los mecánicos de Tesla fueron recibiendo apoyos de otros gremios nacionales de muy diversos sectores: desde el metalúrgico hasta el de correos, pasando por el del transporte y el de la estiba.
Peor aún para Elon Musk: la solidaridad se extendió fuera de fronteras, en especial a Noruega, donde Tesla vende más del doble de autos eléctricos que en Suecia, y a Dinamarca.
En ambos países, poderosos sindicatos (3 F en Dinamarca, Fellesforbundet en Noruega) decidieron esta semana bloquear las exportaciones de vehículos eléctricos de Tesla al mercado sueco.
“En Suecia se está librando una batalla extremadamente importante. Musk podrá ser uno de los hombres más ricos del mundo, pero tenemos que decirle que si quiere hacer negocios en el norte de Europa tiene que respetar los convenios laborales”, proclamó Jan Villadsen, dirigente de 3F Transport.
“Aquí no puede fijar sus propias leyes, como está acostumbrado a hacer en Estados Unidos. Los compañeros suecos nos pidieron apoyo y naturalmente se lo dimos”.
“El derecho a exigir un convenio colectivo es algo obvio en Europa, en especial en estos países. Tesla no puede situarse al margen”, afirmó a su vez Joern Eggum, del Fellesforbundet noruego.
Musk, que también se juega mucho en este combate, no dudó en denunciar al Estado sueco.
“No me gustan los sindicatos, y menos estos europeos que se creen que pueden bloquear el progreso, la libertad”, dicen que dijo recientemente este hombre que no tuvo remilgos en reconocer que tiene suficiente poder como para derribar gobiernos que intenten estorbar sus negocios.
“Le vamos a dar un golpe a quien se nos dé la gana”, escribió en 2020 en Twitter (hoy X), la red social de la que es dueño, en respuesta a un tuitero que le reprochaba su apoyo al derrocamiento de Evo Morales en Bolivia, uno de los países con mayores reservas de litio, ese “oro blanco” con el que se fabrican las baterías de los autos eléctricos.
“Tiene la arrogancia propia de los grandes capitalistas. Y en él eso está potenciado porque se cree todopoderoso: manda naves al espacio con otra de sus empresas, Starlink, y aspira a colonizar Marte. Imaginen cómo debe sentirse cuando unos sindicatos le ponen límites. No debe poder más de la furia”, comentó un sindicalista sueco.