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A propósito de una serie de Netflix

El ferrocarril y el veneno

Con motivo del Día Internacional de Lucha contra los Agrotóxicos, el pasado 3 de diciembre, Netflix lanzó la miniserie “Los trabajadores del ferrocarril” (The Railway Men: The Untold Story of Bhopal 1984), anunciada por la plataforma de streaming como “Drama. Histórico. Suspenso”.

Leomar Daroncho y Lincoln Cordeiro*

06 | 12 | 2023


Imagen: Allan McDonald | Rel UITA

La producción india está inspirada en una historia real: la mayor tragedia de la industria química, ocurrida en la ciudad de Bhopal, en ese país asiático, en 1984.

Sin querer dar spoilers, es importante señalar que miles de trabajadores murieron cuando una planta de la Union Carbide India Limited (UCIL) liberó gas isocianato de metilo (MIC). La serie muestra el trágico final de miles de residentes, pasajeros y empleados del ferrocarril, que vivían cerca de la fábrica de agrotóxicos.

Se estima que alrededor de 15.000 personas murieron de forma inmediata y que aproximadamente otras 500.000 sufrieron daños por la exposición al gas altamente tóxico.

Después de 39 años, aún hay una gran cantidad de afectados: 25.000 casos de ceguera y 50.000 personas incapacitadas con enfermedades crónicas, además de una generación de niños debilitados.

Datos impactantes, como el caso de médicos heroicos que murieron envenenados al realizar la respiración boca a boca a las víctimas, se relatan una investigación que resultó en la novela histórica de Javier Moro Medianoche en Bhopal.

La serie hace especial hincapié en las estrategias empresariales para enfrentar la exposición, presentes también en la saga brasileña de los agrotóxicos: negar datos científicos, sembrar dudas y amenazar a quienes denuncian daños al medio ambiente y a la salud de las poblaciones expuestas al veneno.

En Bhopal, la ocultación de información técnica bajo el pretexto del secreto industrial perjudicó el tratamiento de las víctimas.

Otra estrategia recurrente es culpar a las víctimas, acusándolas de no usar equipos de protección supuestamente necesarios y no seguir recomendaciones de seguridad, algunas de las cuales eran impracticables. En el límite, se plantea la sospecha de sabotaje, culpándose a terceros.

El caso brasileño

En Brasil, la localidad de Paulinia, en São Paulo, ya experimentó el veneno de los agrotóxicos con un desastre localizado en la fábrica de agrotóxicos de Shell/Basf.

Las investigaciones del Ministerio Público del Trabajo confirmaron la contaminación de suelos, agua y aire por sustancias con potencial teratogénico (daños en la gestación), genotóxico (daños genéticos) y carcinogénico (cáncer).

En este caso, una acción judicial resultó en un acuerdo en 2013, mediante el cual las empresas, sin admitir culpa, destinaron 200 millones de reales (unos 40 millones de dólares) a investigaciones y tratamiento de víctimas de intoxicación.

Parte de ese monto se utilizó para la construcción de centros de investigación y tratamiento del cáncer, incluyendo el reconocido Hospital del Cáncer de Barretos. Además, se garantizó la indemnización y tratamiento de por vida para más de mil víctimas.

Desde 2009, Brasil disputa el título de mayor consumidor de agrotóxicos, con frecuentes medidas gubernamentales y legislativas que permiten y flexibilizan el uso de productos tóxicos prohibidos en otros países.

La enorme cantidad de veneno se esparce por las regiones agrícolas, dejando un rastro de enfermedades agudas (instantáneas) y crónicas (como el cáncer), silenciadas por la deficiencia en la estructura de salud y las dificultades para notificarlas.

Ignorancia y negacionismo

En La Argentina fumigada, la periodista argentina Fernanda Sández relata la lucha de la ciencia ante la industria química que apuesta por la “opacidad”, el “silencio”, la reacción ante “preguntas incómodas” y el “negacionismo científico”, situación agravada por la complacencia de las autoridades.

Al igual que los trabajadores y residentes de Bhopal, que desconocían los riesgos de la industria que los incapacitó o mató, los brasileños no están informados sobre los riesgos de los agrotóxicos presentes en el aire, el agua potable y los alimentos con residuos de sustancias, muchas de las cuales están prohibidas en otros países.

En las fronteras agrícolas, la exposición se ha relacionado con casos de cáncer, malformaciones, desregulación endocrina, depresión, suicidios y pubertad precoz en niños, como en el caso de la Chapada do Apodi, en Ceará, debido al intenso uso del veneno.

Como es apropiado para competir por la audiencia, el drama apocalíptico indio destaca a los héroes del ferrocarril. El saldo fatal de intoxicados sería mucho peor sin el heroísmo que salvó vidas.

En Brasil, donde se insiste en la flexibilización y el estímulo para usar más veneno, no hay héroes, pero habrá muchas víctimas mientras prevalezca el inquietante silencio de la sociedad.


*Fiscales del Ministerio Público del Trabajo
Nota publicada originalmente en Correio Braziliense