Mato Narbondo fue uno de los 13 militares uruguayos a los que en 2019 un tribunal peninsular encontró culpables de delitos de lesa humanidad cometidos contra ciudadanos italianos en el marco del Plan Cóndor de cooperación entre las dictaduras latinoamericanas.

Tras apelación, la sentencia quedó firme en julio de 2021.

De los 13 uniformados juzgados, dos fallecieron entre 2019 y 2021, otros estaban ya presos en Uruguay, uno (el ex marino Jorge Troccoli) vivía legalmente en Italia y fue luego detenido, y Mato Narbondo estaba fugado en Brasil.

En diciembre de 2021 la justicia italiana reclamó la detención y extradición del represor. Brasil la denegó el mismo mes, alegando que desde 2003 Mato tiene también nacionalidad brasileña y la Constitución nacional prohíbe la extradición de nacionales.

A mediados de ese mismo año la Fiscalía especial de Derechos Humanos de Uruguay invocó un acuerdo firmado por los países del Mercosur que obligaría a Brasil a juzgar al militar en su territorio.

En Uruguay Mato ha sido relacionado con la muerte en torturas de un militante de izquierda en 1972. En Italia se lo vinculó con la desaparición de 26 ítalo-uruguayos en Argentina en el contexto del Plan Cóndor, en 1976.

A fines del año pasado el ministro de Justicia de Italia Carlo Nordio pidió a
Brasil ejecutar el fallo de 2021 y que el represor cumpla la pena en una cárcel brasileña.

El Tribunal Superior de Justicia dio curso al pedido y la Fiscalía homologó la decisión italiana, dándole un plazo a Mato Narbondo para que presente su defensa. En ese punto se está actualmente.

Como la prisión perpetua no existe en Brasil (el máximo es de 30 años), la pena debería ser adecuada al contexto nacional.

“Es un fallo importantísimo porque abre la posibilidad de castigar también a los culpables de delitos de lesa humanidad en el propio Brasil”, dijo Krischke a La Rel.

“Brasil ha sido hasta ahora un paraíso de la impunidad. Se puede empezar a revertirlo. Es un paso, pero confío en que podamos avanzar. Estamos trabajando para eso”.

Pese a que es un prófugo de la justicia de su país de nacimiento y de la italiana, Mato Narbondo ha estado varias veces en territorio uruguayo para poder cobrar su jugosa jubilación como militar.

No se sentía para nada amenazado. En su última “visita” conocida, en 2019, contó con la complicidad de altos oficiales del Ejército uruguayo para no ser molestado y obtener el certificado que le permitiera efectivizar el cobro.

Últimamente ha dado incluso entrevistas a medios brasileños y posado sonriente en una piscina en su casa de Santa Ana do Livramento, muy cerquita de la frontera con Uruguay.

Tiempo atrás Jair Krischke le había dicho a La Rel que soñaba con el día en que a ese militar se le borrara esa “provocadora sonrisa del rostro”. Tal vez ese día esté por llegar.