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Con Azucena Rodríguez del Corso

El sueño cumplido del sindicato propio

Tocaron muchas puertas que no se abrieron, les prometieron ayuda que nunca llegó. Sintieron una vez más la discriminación y el rechazo. En Maria Tafur encontraron apoyo y cariño. En la Federación Nacional de Trabajadores de la Alimentación Bebidas y Afines (FNT-CGTP-ABA), hallaron su casa y el asesoramiento necesario. Una vez que pudieron por fin organizarse sindicalmente, las trabajadoras sexuales peruanas luchan por la aprobación de una ley que consagre sus derechos y proteja a las más jóvenes.

-¿Cuándo comenzó la idea de formar el sindicato?
-Hace muchísimos años. Somos parte de la red de trabajadoras sexuales de América Latina y del Caribe, integrada por mujeres de 14 países.

La red nos decía que debíamos tener una ley. Con mis compañeras pensamos: ¿y por qué no un sindicato? En ese tiempo no sabíamos qué era un sindicato, solo que la palabra “sindicato” para nosotras era fuerte.

El 28 de noviembre de 2016 nos decidimos a hacer un foro al que fueron unos 30 políticos y 40 trabajadoras sexuales. Yo me acerqué a la CGTP con una carta de invitación al foro, me la recibieron y me dieron otra, para el día de la mujer.

Una integrante de la mesa de mujeres de la central nos trató muy bien y nos dijo que ya era hora que las trabajadoras sexuales participáramos en los 8 de marzo. Luego también lo hicimos en los 1 de mayo.

La CGTP nos puso abogados que empezaron a darnos unas charlas, pero María Tafur secretaria de Educación de la Confederación y miembro del Comité Latinoamericano de la Mujer de la UITA (Clamu) y de la Federación, fue decisiva para que nos decidiéramos a sindicalizarnos. Finalmente reunimos todos los documentos necesarios y los presentamos al Ministerio de Trabajo.

Unas 200 chicas firmaron, pero debimos presentarnos como cuatro veces.

El Ministerio de Trabajo puso muchas trabas
No querían registrar a nuestra organización

-El Ministerio siempre encontraba algún error, que algo estaba mal, que faltaba una coma, un nombre incompleto…
-Sí. Se veía que no querían reconocernos.

Un funcionario nos dijo un día que atrás suyo había gente que frenaba. Pero cuando el área legal del ministerio aprobó nuestro pedido, este hombre no nos dijo nada, no nos avisó. Fue el 21 de marzo pasado, y nos reprocharon que no hubiéramos ido a buscar la documentación. ¡Si no sabíamos nada!

El sindicato es el sueño que tuvieron otras personas antes de nosotras, trabajadoras sexuales que ahora deben tener 75, 80 años.

Estuvieron intentando formar un sindicato por 40 años, sin éxito.

-¿Cuál es su mayor desafío inmediato?
-Convencer e inscribir a las compañeras. Lo que más nos interesa es la situación de las jóvenes. Yo con 50 años no voy a querer jubilarme, esto va a ser para las jóvenes, que están apostando por nosotras porque hemos conversado.

Lo primero que tenemos que hacer es un plan estratégico, hacer campañas de prevención y asesoramiento.

Durante cinco años contamos con un abogado, lo pudimos pagar con ayudas que tuvimos hasta marzo. Ahora estamos viendo cómo sostenernos en estas oficinas para seguir trabajando, seguir la lucha.

-Ahora van por la ley…
-Sí, queremos que la ley reconozca nuestros derechos, que las trabajadoras sexuales se puedan jubilar a los 50 años, porque no pueden estar trabajando hasta los 65.

El proyecto está en el Congreso, un poco frenado por lo que sucede en la política aquí donde está todo muy confuso.

Veremos, pero estamos muy entusiasmadas, ahora con el respaldo de las compañeras y compañeros de la Federación.

Nuestra casa.

 


En Lima, Gerardo Iglesias