Nueva manifestación de Fuclat
Gerardo Iglesias
19 | 09 | 2023
Foto: Marcos Llorente
La Federación Unitaria de la Clase Trabajadora y la Rel UITA adhieren al movimiento de “Un Panamá sin minería” y “Panamá Vale Más Sin Minería”, respaldado por organizaciones ambientales, campesinas y pueblos originarios.
A igual que en el pasado año, cuando manifestó masivamente contra el alto costo de la vida, la falta de medidas eficaces para paliar la aceleración de la inflación y la pérdida de salario real, Fuclat gana ahora las calles exigiendo la moratoria minera inmediata en Panamá.
El gobierno y las empresas mineras justifican nuevos emprendimientos argumentando generosas inversiones, la creación de empleo, así como la implementación de las medidas necesarias para cuidar a las poblaciones locales y el medio ambiente.
Muy bien sabemos en América Latina —sobran los ejemplos— que mientras las ganancias salen de nuestros países, la contaminación envenena el agua, la tierra y la salud de las comunidades.
José Antonio Lutzenberger, pionero en la defensa de la ecología y la agricultura campesina, comentaba en una entrevista realizada por el autor en Porto Alegre, Brasil, en 1999, algo que vale la pena rescatar.
“Lo primero que tenemos que conseguir —decía— es que los gobiernos hagan otro tipo de cuentas. En cualquier empresa se hacen balances bien sencillos: de un lado se adiciona todo lo que entra y en otra columna se descuentan todos los costos, más la amortización de los medios de producción. Pero cuando miden el progreso, los gobiernos lo hacen a través del Producto Nacional Bruto, que no es más que la suma de todas las facturas”.
Si se realizaran las cuentas correctas —agregaba Lutzenberger— “todos se darían cuenta que cada día estamos más pobres”.
Y daba un ejemplo concreto: “Brasil destruye montañas enteras para exportar aluminio y hierro. En sus cuentas el gobierno adiciona las divisas que ganó a través de la exportación de esa materia prima, pero en ninguna parte de sus libros se descuenta el hueco que quedó en la montaña, el bosque que destruyeron, el genocidio perpetrado contra los pobladores originarios, etcétera”.
Y terminaba comparando: “Es como si yo fuera al banco, retirara 1.000 dólares, los gastara y me considerara más rico. ¡Estoy más pobre! ¡Nuestros países están cada día más pobres!”
Las observaciones inteligentes y de sentido común de Lutzenberger de hace más de veinte años referidas a Brasil bien valen para cualquiera de nuestros países, confrontados a unas prácticas extractivistas que parecen no tener fin.