“Cualquier mujer en México está en riesgo frente a los hombres”, señala Marcela Lagarte, la antropóloga mexicana creadora del término de feminicidio.
No es para menos. México registró el pasado año 967 feminicidios, 16.545 delitos de violación y más de 260.000 llamadas de emergencia relacionadas con violencia contra la mujer, un número histórico.
Sumando los feminicidios y homicidios dolosos 2020 cerró con 3.723 muertes violentas de mujeres, lo que significa 10 mujeres asesinadas por día.
El 8M la Ciudad de México amaneció con un despliegue impresionante de agentes de seguridad.
Manifestaban las mujeres, las que el Estado patriarcal no protege pero controla. Manifestaban las mujeres, las víctimas que la ideología imperante en el México feminicida transforma en culpables.
Manifiestan las mujeres, sobreponiéndose al miedo, lo cual es motivo de escarnio público.
El presidente Andrés López Obrador, que no anda de buenas con las feministas, ordenó construir una valla de 3 metros de altura frente al Palacio Nacional, que funge como despacho y casa presidencial, “para proteger y evitar provocaciones”, según dijo.
El coordinador de Comunicación Social de la Presidencia de la República, Jesús Ramírez, fue más allá −y no es poca cosa ir más allá de las ingeniosidades de Don Andrés− cuando sentenció que se trata de “un muro de paz que garantiza la libertad y protege de provocaciones”.
Las mujeres hicieron su intervención convirtiendo el cerco en un “muro de la memoria”.
La fotógrafa mexicana Sofía Perea estuvo en el ojo del huracán y cedió solidariamente el material que reproducimos y que mucho agradecemos.
Vaya también para Juan Carlos Esquivel nuestro reconocimiento por su amistad y las gestiones realizadas.
Fotos: Sofía Perea