Fue una victoria anunciada la de la coalición que integran la formación postfascista Fratelli d’Italia, de Giorgia Meloni, la Liga del soberanista Matteo Salvini y Forza Italia, del octogenario conservador Silvio Berlusconi. El abstencionismo se dispara al 36 por ciento.
Giorgio Trucchi
26 | 09 | 2022
Imagen Carton Club
La derecha italiana tendrá mayoría absoluta en ambas cámaras (todavía se está definiendo el número de curules) y Fratelli d’Italia se convirtió en la primera fuerza política del país con el 26 por ciento de los votos (tenía el 4,3 por ciento hace tan solo cuatro años).
La coalición alcanzaría más del 43 por ciento de las preferencias, y esto a pesar de la canibalización sufrida por la Liga de Salvini, que vio cómo la mitad de los votos alcanzados hace tan sólo cuatro años emigraban hacia Fratelli d’Italia y, en cantidad menor, hacia otros partidos.
Hasta podría llegar a tener los dos tercios de las diputaciones, algo que le permitiría modificar la Constitución, ley fundamental aprobada después de la segunda guerra mundial e impregnada del espíritu antifascista de aquel momento histórico.
Derrota sin precedentes del bloque de centroizquierda, encabezado por el Partido Democrático, que a duras penas logró sumar como coalición los mismos votos del partido de Meloni.
Contrariamente a las expectativas, se mantiene a flote el Movimiento 5 Estrellas que, a pesar de las divisiones internas y de presentarse solo, logra posicionarse como la tercera fuerza política del país, con casi el 16 por ciento.
De confirmarse estos datos, Italia tendrá muy pronto un gobierno liderado, por primera vez en su historia republicana, por una mujer y por una fuerza política de extrema derecha.
Aliada, entre otros, con el Frente Nacional de Francia, Vox de España, con los gobernantes ultraconservadores Viktor Orbán (Hungría) y Mateusz Morawiecki (Polonia), en el Parlamento Europeo, Fratelli d’Italia, junto a los principales partidos de la ultraderecha europea, integra el Grupo de Conservadores y Reformistas.
La coalición combate a la migración irregular, propone una reforma fiscal no progresiva (flat tax) con una tasa fija igual para todos, promueve la restricción de los derechos en materia de salud sexual y reproductiva y diversidad sexual, así como se mantiene en alineamiento con las políticas de Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN y una reforma constitucional que enrumbe Italia hacia el presidencialismo.
Estos son los elementos que parecen caracterizar su futuro más cercano.
Contribuyó a este nuevo y preocupante escenario, el desastre político de un centro izquierda que ha gobernado como una fuerza de derecha, alejándose de las calles, de los territorios, de la gente, de sus necesidades y problemáticas, incapaz de leer las transformaciones que el país ha venido teniendo.
Tampoco aquellas fuerzas progresistas y de izquierda que, si bien minoritarias, siguen luchando por los derechos humanos, políticos, económicos y sociales, han logrado calar en una sociedad cansada y asustada.
Por otro lado, no podemos dejar de subrayar el creciente descontento de amplios sectores de la sociedad italiana, especialmente en el sur, que ya no se sienten representados por ninguna de las fuerzas políticas.
Este 25 de septiembre, el abstencionismo alcanzó el 36,1 por ciento de las personas con derecho a voto, nueve puntos más que en las elecciones de 2018.
En menos de 15 años, la participación electoral de los italianos se redujo en casi el 17 por ciento.