En diciembre del año pasado, con el apoyo de organizaciones locales y sectores de la iglesia católica, la población de El Triunfo llevó a cabo una consulta ciudadana sobre las concesiones mineras que involucró a casi 9 mil personas.
El resultado fue contundente: el 97,9 por ciento votó contra la minería, en especial contra el proyecto impulsado por la canadiense Minera Los Lirios que, ofreciendo aportar para obras sociales, comprando conciencias y sembrando división, había intentado, inútilmente, echar a andar su proyecto extractivo.
La decisión de la población fue el resultado de casi 20 años de arduo trabajo de concientización y articulación comunitaria en defensa del territorio y los bienes comunes.
El padre Florentino Hernández tiene 51 años y es párroco en El Triunfo. Durante varios años ha acompañado la lucha de la inmensa mayoría de la población contra la minería.
En el 2015, monseñor Guido Charbonneau, obispo de Choluteca, decidió trasladarlo a una parroquia de Nacaome, a casi cien kilómetros de El Triunfo, con degradación de cargo.
Padre Florentino se declaró «objetor de conciencia» y rechazó el traslado.
La decisión de desafiar el poder jerárquico para quedarse a acompañar a su pueblo no sólo le acarreó muchos problemas, sino que su vida ahora corre peligro.
“Me siento identificado con la liberación de los pueblos. No me gusta confrontar a las personas, pero me mantengo firme”, dijo padre Florentino a la misión de Cofadeh y Rel UITA.
Cuenta el sacerdote que personeros de la empresa minera lo visitaron en varias ocasiones, pidiéndole que se mantuviera neutral y prometiéndole financiar proyectos para mejorar la estructura y las actividades de la Iglesia.
Hasta le sugirieron que evaluara la idea de trasladar una parte de la población a otro lugar, para poder desarrollar el proyecto minero.
“Mi postura está clara: en un territorio tan poblado como el nuestro, instalar proyectos mineros sería un desastre humano. Además no es cierto que se crea empleo de calidad.
Mi compromiso es con la vida de la gente. Mi deber es acompañar a este pueblo, no puedo ser neutral”, manifestó.
Toda lucha tiene su costo y padre Florentino ha probado en carne propia qué quiere decir enfrentarse a los poderosos.
Hace 9 años, unos desconocidos asesinaron a Faustino López, su brazo derecho. El crimen quedó en total impunidad.
También comenzaron las presiones de parte de la jerarquía católica y los poderes fácticos que mandan en Honduras. Pero, por otro lado, la gente lo protege y nunca lo deja sólo.
“Me acusan de desobediencia y quieren trasladarme, pensando que de esta manera resuelven el problema con la minera y con el poder político y económico que impulsa estos proyectos extractivos.
La parroquia está suspendida con todo su personal ̶ continuó el sacerdote ̶ y han bloqueado cualquier actividad, programa y recurso. Ni siquiera puedo entrar a otra iglesia u otro sacerdote puede visitarme”.
“Han llegado al punto de suspender a todos los delegados de la palabra que siguen respaldándome y de militarizar la zona mientras celebraba la misa.
Fue solamente gracias a la presencia del pueblo que acudió masivamente en mi ayuda y abarrotó la Iglesia, si no pudieron arrestarme”, recuerda padre Florentino.
El sacerdote sigue rechazando su traslado e invocó la objeción de conciencia.
“La población ha tomado conciencia, ha tomado las riendas de la lucha y ha estado graníticamente unida. Ha decidido que no quiere nada con minería y no hay vuelta atrás.
A pesar de este bloqueo inmisericorde y de la violación de mi libertad individual, no voy a abandonar a mi pueblo”, concluyó.
Padre Florentino Hernández y Bertha Oliva | Fotos: Giorgio Trucchi | Rel-UITA
En El Triunfo, Giorgio Trucchi | Rel-UITA