A 50 años de la Huelga General contra el golpe de Estado
Con Antonio Adourian
Antonio Adourian, más conocido como “el Armenio”, era dirigente del Sindicato de Trabajadores de Coca Cola (STCC), integrante de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT), y fue protagonista de la huelga general contra el golpe de Estado del 27 de junio de 1973. La Rel conversó con él sobre aquellas jornadas.
Amalia Antúnez
27 | 06 | 2023
Antonio Adourian | Foto: archivo personal
“Recuerdo que ese día tuve varias reuniones con los compañeros que estábamos movilizados, porque ya se veía venir el golpe. Cuando nos llegó la noticia de que disolvieron el Parlamento estábamos listos para la ocupación de los centros de trabajo”, dice.
En ese entonces, Adourian era secretario de conflictos del STCC y formaba parte de mesa de Montevideo de la CNT, hoy conocida como mesa representativa.
“Inmediatamente ocupamos la planta de Coca Cola y luego realizamos diversas recorridas con otros compañeros de la central obrera por los demás espacios ocupados. A pesar que pasaron 50 años, cada vez que lo recuerdo se remueven muchas cosas”.
El 30 de junio, tres días después del golpe, el Poder Ejecutivo dispuso la disolución de la CNT.
La huelga general se mantuvo 15 días y pudo sostenerse no sólo por la resistencia de las organizaciones sindicales sino también por la solidaridad del pueblo de a pie, una solidaridad vigente durante los 12 oscuros años de la dictadura.
El 9 de julio las organizaciones que resistían a la dictadura convocaron a una gran marcha por la principal avenida de Montevideo. El Armenio recuerda que fueron duramente reprimidos.
Dos días después, la CNT levantó la huelga general. Era “el fin de una etapa de la lucha”.
“A pocos días de finalizada esta huelga fui detenido, me tuvieron en un cuartel cerca de 30 días. Cuando me liberaron viajé a Buenos Aires a una reunión de trabajadores y en ese tiempo cayeron detenidos en Montevideo varios compañeros y compañeras de la CNT. Me tuve que quedar, porque si volvía iba a ser detenido o algo peor”, recuerda.
De esa época en Argentina, Adourian rescata la importancia de la solidaridad de organizaciones amigas.
“En Buenos Aires fuimos acogidos por los compañeros del Sindicato Unido de Trabajadores de la Industria de Aguas Gaseosas (SUTIAGA). Volver a Montevideo no era una opción así que me quedé un tiempo en Argentina donde trabajé en Coca Cola hasta que las cosas se pusieron peligrosas también ahí y tuve que irme a Suecia”.
Desde el exilio, el Armenio siguió coordinando la resistencia y la solidaridad.
“Éramos nueve grupos de coordinadores afuera de Uruguay que estábamos en diferentes países y que organizábamos campañas de denuncia contra la dictadura y ayudábamos a los que se habían quedado”, cuenta.
Del papel de la Rel UITA durante la resistencia, Adourian recuerda que la Regional tenía un local en la calle Minas en Montevideo que fue fundamental para reorganizar a los sindicatos.
“Tenía un cartel en la puerta que decía ‘representación de la UGT de España’ que Enildo (Iglesias) había logrado para dar más protección. Ahí en ese local se reunían las principales figuras del movimiento obrero de Uruguay, como José “Pepe” D’Elia, Félix Díaz, Ernesto de los Campos, Guillermo Alvarez, Andrés Toriani, Víctor Vaillant, Daisy Tourné, entre otros”.
“Recuerdo que se publicaban dos semanarios, primero Presencia y luego Convicción que eran distribuidos entre los sindicatos y servían como espacio de difusión y debate”.
Diez años después de la huelga general, el 1 de mayo de 1983 se conformaba el Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT), y un año después se concretaba la simbólica alianza entre el PIT y la CNT.
El Armenio regresó del exilio en 1984, y en 1985 volvió a trabajar en Coca Cola.
“Gracias a la solidaridad de mis compañeros, junto a otros 60 trabajadores volvimos a trabajar en la planta de Coca Cola en Montevideo y posteriormente fui presidente del sindicato, fundador en 2008 de la Federación Latinoamericana de Trabajadores de Coca Coca (Felatrac), hasta que me retiré en 2009”.
Sobre el terrorismo de Estado que golpeó tan duramente el Cono Sur de América durante los años 70, Adourian reflexiona que hay un debe del movimiento obrero con las nuevas generaciones.
“En lo personal, yo al menos me hago una autocrítica porque creo que no supimos trasmitir lo grave que fueron las dictaduras en la región a las nuevas generaciones para dejar muy claro que cosas así no deben pasar nunca más”, subraya.
“Mi aporte a la causa fue muy pequeño en comparación de otros compañeros y compañeras que pagaron con la vida, con años de privación de libertad, de tortura. Por eso es necesaria la memoria histórica, poder hacer llegar a los trabajadores y trabajadoras jóvenes que el movimiento obrero fue la columna vertebral de la resistencia”.
Hay que saberlo ahora más que nunca, porque la extrema derecha avanza a pasos agigantados en Europa y también en América, dice.
“El fascismo está mostrando sus garras. Acá en España, donde vivo desde hace algunos años estamos asistiendo a un rebrote de racismo, homofobia y xenofobia que yo creí que nunca más volvería a ver. Esto es peligroso, y requiere de las organizaciones obreras una postura muy firme y clara”.
“La defensa de los derechos humanos, el rescate de la memoria y el nunca más terrorismo de Estado deben estar presentes en la agenda sindical más allá de los otros temas que atañen al movimiento obrero”, concluyó el ex dirigente sindical uruguayo.