-Exilio y migración no son temas nuevos, pero la densidad del flujo migratorio que se está viendo en Latinoamérica es un fenómeno que desconocíamos…
-Cierto. Tradicionalmente se ha hecho la distinción, muy importante, entre migración laboral, que tiene que ser regulada y responder a los mercados de trabajo de los países de destino y origen, y el flujo de personas desplazadas por la fuerza, como es el caso de los refugiados, los desplazados internos o solicitantes de asilo.
Lo nuevo en la región es que se está dando una migración mixta, personas que salen de su país por una mezcla de razones: tanto de protección como por cuestiones económicas, y más recientemente por razones medioambientales.
Lo que sucede es que aunque la razón de la migración no sea la económica, los migrantes van a tener un impacto directo en el mercado de trabajo y en materia de derecho laboral de los países de destino o de tránsito.
Por ejemplo se da en nuestra región el caso de los retornos de nacionales, ya sea voluntario o forzado. Muchas veces son como extranjeros porque desconocen el contexto social y laboral del país.
En términos de los instrumentos de la OIT, teníamos dos convenios internacionales sobre trabajadores migrantes, pero nos hemos dado cuenta que no son suficientes.
A partir de 2016, sobre todo en el contexto del conflicto sirio, que impactó de forma desproporcionada sobre todo en países vecinos como Líbano y Jordania, la OIT introdujo cambios en sus principios tripartitos sobre acceso al mercado laboral para personas refugiadas desplazadas por la fuerza.
Hubo que actualizar los principios y directrices para la contratación equitativa.
Un estudio realizado en uno de los corredores migratorios más recorridos, el del sur de Asia hacia los estados árabes, constató que por ejemplo un ingeniero de Pakistán para llegar a Arabia
Saudita o a los Emiratos Árabes tiene que invertir en agencias de contratación y todos los papeleos iniciales el equivalente a 11,6 salarios.
Es decir que en el país de destino va a tener que trabajar prácticamente un año gratis para compensar ese gasto. Todo el contexto internacional hizo que la OIT debiera ponerse al día con los instrumentos que ya poseía.
-El incremento de la pobreza, la falta de oportunidades, la ausencia del Estado, la debilidad institucional en la región, mueven un flujo migratorio diferente, como los niños.
-Sí, ese fenómeno se da sobre todo en Centroamérica, en flujos de hacia Estados Unidos que transitan por México.
En ese proceso migratorio muchos son víctimas de las peores formas de trabajo infantil. En este segmento se encuentran chicos y chicas en edad de trabajar pero que aún son menores y también hay mayores de edad pero muy jóvenes que se convierten en víctimas perfectas para la trata de personas y el trabajo forzoso.
-¿No se respetan los convenios y protocolos, como el de Palermo sobre trata de personas?
-En el caso del protocolo de Palermo* hay una alta tasa de ratificación, pero con el Convenio 97 sobre trabajadores migrantes, solo Guatemala lo ha ratificado y al más nuevo sobre el tema, el Convenio 143, ninguno de los países de Centroamérica lo ha ratificado.
En el sur de América, por el contrario, al menos en contextos como el Mercosur, se ha facilitado bastante la movilidad laboral en cuanto al reconocimiento de títulos y de competencias laborales no formales.
En el marco de Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) queda mucho trabajo por hacer, está todo muy fragmentado, falta dar cumplimiento a los convenios y protocolos firmados.
Convenios como los de libertad sindical no son aplicados a los trabajadores migrantes, porque si bien pueden ser afiliados a un sindicato no pueden ser elegidos como dirigentes o son sancionados por su actividad sindical y un largo etcétera.
-Los sindicatos están haciendo poco o nada para facilitar la integración de los trabajadores migrantes…
-Aquí en Centroamérica ha habido una iniciativa interesante que la OIT ha apoyado: desde 2011 se vienen formando los denominados comités intersindicales para la defensa de los derechos de los trabajadores migrantes.
Se empezó con Costa Rica, Panamá y Nicaragua y se fue extendiendo al norte de Centroamérica.
En Costa Rica estos comités son bastante participativos, y también en Panamá. El próximo paso es que quienes forman parte de estos espacios puedan sensibilizar al resto del movimiento sindical a través de las centrales obreras. Ese es el desafío actual.
-Se está cayendo en el engaño de creer que la falta de empleo y los bajos salarios son responsabilidad del migrante.
-Sin dudas, ese el discurso populista que se pregona inclusive en Europa.
El primer mensaje que damos en los comités intersindicales es que proteger los derechos de los trabajadores migrantes es la mejor manera de proteger los de los nacionales.
Si exiges los estándares mínimos de condiciones laborales, como acceso a la seguridad social, salario mínimo para los trabajadores extranjeros o migrantes, estamos automáticamente eliminando la competencia desleal de quienes trabajan por menos, estamos eliminando el dumping social.
Para la OIT es muy importante tejer alianzas con organizaciones de la sociedad civil en este tema de la migración porque en muchos países son quienes más saben de los migrantes, de su contexto.
En varios casos se trata de agrupaciones de migrantes, y la idea es trabajar con ellos también además de gobierno y empleadores.
-¿Cómo ves la posibilidad de una alianza de trabajo con la Rel-UITA en la región?
-La oportunidad más evidente que tenemos ahora mismo es en el corredor migratorio de Guatemala – México, en materia de contratación equitativa, sobre todo de los trabajadores migrantes.
En esta zona la mayoría son jornaleros agrícolas, en el caso de los hombres, y empleadas domésticas en el de las mujeres.
La mayoría es de origen indígena, por lo que una alianza de trabajo con la UITA sumaría muchísimo a este proyecto.
-En el caso del trabajo doméstico se da también una migración interna: la mayoría de las empleadas domésticas en Guatemala o México se mueven del medio rural a las ciudades, muchas son niñas que desconocen incluso el idioma…
-Sí, y en México se da igual situación con los trabajadores rurales que migran del sur al norte.
También esa zona recibe a guatemaltecos, en su mayoría pertenecientes a pueblos indígenas que se desplazan dentro de sus territorios ancestrales pero cruzando la frontera nacional, con todo lo que eso conlleva.
Por otra parte es muy interesante analizar un trabajo conjunto con UITA en el sector del turismo porque hay muchos centroamericanos que migran hacia la región turística de México a trabajar en hoteles y restaurantes.
En el caso de República Dominicana, donde también trabajamos aunque con menos recursos, se da una enorme migración de haitianos. De ahí la importancia de un trabajo conjunto.
En San José, Gerardo Iglesias