La fábrica estaba ubicada debajo de un contenedor, una losa de hormigón movida por un elevador hidráulico servía al escondite subterráneo. En el búnker se encontraban 16 ciudadanos paraguayos, en situación análoga a la esclavitud.
Los trabajadores migrantes vivieron bajo tierra durante ocho meses seguidos sin ver la luz del día.
“Por el ascensor se le enviaba comida cada dos días, en principio, y se subían los cigarrillos terminados. Estuvieron en este lugar prácticamente todo el tiempo”, informó Aldronei Rodrigues, superintendente de la Policía Federal de Rio Grande do Sul a medios de prensa locales.
El búnker fue encontrado durante la Operación Tavares, contra la fabricación ilegal de cigarrillos con marcas paraguayas en Rio Grande do Sul.
La investigación duró un año. Se cumplieron 56 órdenes de registro e incautación. Al menos 24 personas terminaron encarceladas en Rio Grande do Sul, Paraná y São Paulo.
La Policía Federal informó que la organización criminal fabricaba 10 millones de paquetes de cigarrillos falsificados al mes, que registraban ganancias por 50 millones de reales (9 millones de dólares).
Los productos se distribuyeron por toda la región sur del país y también en Uruguay.
El contrabando de cigarrillos genera 12 mil millones de reales (unos 2 mil millones de dólares) al año en Brasil.
De cada diez cigarrillos que se consumen en el país, seis son ilegales, lo que acaba teniendo un impacto económico no solo en la recaudación de impuesto sino también en la salud pública, pues no existe control sobre el origen de los productos y sustancias en la fabricación de cigarrillos falsos.