“Si bien surge como un movimiento de los obreros de Córdoba, particularmente de los compañeros del sector industrial, a quienes la dictadura de Juan Carlos Onganía quería imponer el llamado “sábado inglés”, el Cordobazo trasciende esa reivindicación.
Se planteó entonces una cuestión política trascedente: que los trabajadores y trabajadoras querían el retorno de la democracia a la Argentina.
El ministro de Economía de la época, Adalbert Krieger Vasena, quería firmar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y una de las condiciones que este organismo imponía era flexibilizar el mercado laboral.
Siempre que este organismo va a producir un supuesto auxilio económico a un país, lo primero que plantea es la flexibilización del mercado laboral, achicar el déficit fiscal y ordenar el pago de la deuda externa.
Si bien está integrado por muchos más países, el FMI está dominado por 4 o 5: Japón, Estados Unidos, Alemania, Inglaterra y en algún momento Francia, que son los grandes prestamistas del mercado mundial.
Esos países ponen dinero, prestan a los que están en crisis (el FMI nunca presta dinero a un país que no esté en crisis) y a cambio el asistido debe ‘ordenar’ su economía, achicar el déficit, eliminar los subsidios y flexibilizar el mercado laboral.
Esta fue siempre la política del FMI. Fue lo que hizo en el 69, cuando el Cordobazo, y esa coyuntura se parece mucho a la que estamos viviendo ahora.
Hoy el gobierno ha decidido pedirle ayuda al FMI y se está hablando de un recorte del gasto público del orden de los 200 mil millones de pesos (más de 8000 millones de dólares).
Eso supondrá eliminar todo tipo de subsidios en tarifas, cosa que ya están haciendo los tarifazos y los aumentos de los precios del combustible, el gas, la electricidad.
Este gobierno, además, dolarizó las tarifas, por lo cual la devaluación del 25 por ciento que tuvimos en menos de dos semanas hará que los servicios públicos se encarezcan aún más.
Lo primero que dice es que hay que achicar los convenios y quitar beneficios a trabajadores y trabajadoras. Para el Ejecutivo y los empresarios, los beneficios de que gozamos los asalariados son ‘privilegios’.
Recordemos que alguna vez los empresarios llegaron a insinuar que la antigüedad es un privilegio.
El gobierno ha dejado claro por dónde aplicará el ajuste: ataca los convenios colectivos de trabajo, nos quita derechos, flexibiliza el mercado laboral, casi un calco de lo que sucedió en los años 1990 bajo la administración de Carlos Menem.
Ya han comenzado los quites de horas extra y grandes fábricas, como La Campagnola, Kraft, Mondelez, impulsan los retiros voluntarios.
Si una empresa se desprende de 600 trabajadores, ¿en qué se está pensando? ¿Que no va a producir, que va a producir mucho menos, que va a vender menos?
Este no es solo un acto meramente reivindicativo de los 49 años del Cordobazo, sino sobre todo de su vigencia en el momento económico y político que se nos viene”.
En Córdoba,
Nelson Godoy