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Salud y soberanía alimentaria

Argentina fumigada

¿Quién nos cuida de la pandemia del agronegocio? Desde el corazón sojero de Argentina, un centenar largo de organizaciones sociales y campesinas lanzaron la pregunta para denunciar que ni siquiera la cuarentena obligatoria ha congelado las fumigaciones y enfatizan en la necesidad de promover la producción familiar y sustentable.
Imagen: Allan McDonald | Rel UITA

Mientras millones de argentinos y argentinas nos quedamos en nuestras casas para preservar nuestra salud ante la pandemia global, el agronegocio continúa regando nuestros territorios con agrotóxicos que comprometen la capacidad de nuestro organismo para hacer frente al virus”, dice el comunicado.

Firmado por asociaciones de las provincias de Santiago del Estero, Santa Fe, Entre Ríos, Buenos Aires, Misiones, Córdoba ponen de relieve la impostura de las corporaciones del agronegocio.

Dicen que hay que tomar medidas de precaución para contener la expansión del COVID-19, regalan alcohol en gel y tapabocas pero continúan arrojando venenos sobre cultivos y centros poblados, destacan.

“Si realmente queremos privilegiar la salud de la población, hay que prohibir que nos sigan contaminando y enfermando con venenos, es urgente cambiar el modelo agropecuario”, dijo al diario Página 12 Eugenia Boccio, del Colectivo Cultura Orgánica de San Jorge, de la provincia de Santa Fe.

“Está muy bien aplaudir a los médicos, pero sin los campesinos que producen alimentos no podemos vivir”, agregó.

No ha habido tregua alguna en las fumigaciones durante esta cuarentena, señalaron las organizaciones firmantes, recordando que cada año “se liberan alrededor de 500 millones de litros de agrotóxicos”, con tremendos efectos sobre la salud de los humanos que habitan los pueblos fumigados y el medio ambiente.

Darle la vuelta

En esas zonas, subraya el comunicado citando el libro Transformaciones en los modos de enfermar y morir en la región agroindustrial de Argentina, realizado por el Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Rosario, se ha registrado un número de casos muy superior a la media nacional de abortos espontáneos, malformaciones congénitas, distintos tipos de cáncer, problemas respiratorios.

“Sabemos que toda crisis es una oportunidad. Mientras las organizaciones del agronegocio la usan para lavarse la cara frente a la sociedad a la que envenenan cotidianamente quienes firmamos esta carta les pedimos a nuestros gobernantes, una vez más, que defiendan nuestra salud”, concluye el texto.

La oportunidad que ofrecería la crisis de la que habla el documento es la de darle la vuelta al actual modelo productivo para “pensarlo en función de la gente, y no como es ahora, en que la gente es víctima de ese modelo”, afirmó un integrante de la Red de Pueblos Fumigados.

Son varias las investigaciones de científicos de primera línea de todo el mundo que ubican a la agricultura industrial entre los principales causantes del desastre ambiental global que ha permitido la aparición de virus como el COVID-19 y otros.

“Es un modelo que ha demostrado su inviabilidad” a largo plazo por los daños que causa, afirmaba un poco antes de que estallara la pandemia el biólogo Guillermo Folguera, del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina.

Hemos naturalizado que existan territorios, personas y cuerpos que pueden sacrificarse”, decía, casi de manera premonitoria. Sin un cambio radical de pisada no hay manera de proyectarse hacia un futuro distinto al distópico que se nos dibuja en estos momentos.